Juan Carlos Valerón jugará hoy su partido 300 en Primera División y lo hará enfrentándose al equipo que le dio a conocer en el fútbol español, el Real Mallorca. Surgido de la cantera canaria, la dirección deportiva del club balear que capitaneaba Pepe Bonet durante la transición de Segunda a Primera División, se fijó en un futbolista que jugaba en Las Palmas y que si bien destilaba calidad, pocos pensaban que llegaría a convertirse en un jugador tan único como especial.
Bonet no se equivocó y el club arriesgó y confió ciegamente en las directrices marcadas por el secretario técnico. Ocho jornadas antes de que el Mallorca confirmase el ascenso a Primera, el Mallorca ya había adelantado el fichaje anunciando a su club de origen que haría efectivo el pago de 325 millones de las antiguas pesetas que costaba la operación. Apenas un año después, la SAD balear traspasaba a Valerón y a Mena por 2.000 millones de pesetas al Atlético de Madrid. Fue un negocio rendondo.
«Lo seguimos durante varios partidos y apostamos por él. Pagamos hace trece años mucho dinero, pero éramos conscientes de que atesoraba una calidad fuera de lo común. Tenía y tiene clase y toque y una visión extraordinaria, fuera de lo normal», declaraba Bonet a este periódico. Pero Valerón no lo tuvo fácil en sus primeros meses y necesitó convencer a Héctor Cúper en cada entrenamiento. El argentino apostó inicialmente por el brasileño Palinha, un jugador con más nombre y que fue el fichaje mediático de aquel verano, pero que no cumplió ni de lejos con las expectativas creadas. Valerón aprovechó sus oportunidades y en cada partido convenció más y más. Al final participó en 36 encuentros, la mayoría de titular y a partir de ahí su nombre siempre estaría ligado a la máxima categoría del fútbol español. Con Cúper convencido de que Juan Carlos debía ser titular, bromeó un día en una rueda de prensa al hablar de él. «Tendrían que verlo desnudo en el vestuario. Nadie diría que con el cuerpo que tiene es el jugador que es sobre el campo», bromeó el entrenador argentino.
Su paso por el Atlético no fue el esperado y cayó al infierno de Segunda dos campañas después de llegar al Calderón. No obstante, el canario no jugó en el infierno y fichó por el Deportivo de la Coruña en verano de 2000. Esta es la noventa temporada defendiendo la camiseta del equipo gallego, aunque las dos ultimas Ligas las lesiones le han restado continuidad. En 2006 empezó su particular calvario con una lesión grave. Sufrió rotura de ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda, una fractura que a punto estuvo de impedirle volver a jugar al fútbol ya que precisó de hasta dos intervenciones, la segunda en 07. Pero el futbolista no cesó en su empeño de intentar recuperarse y tras dos años sin brillar como en temporadas anteriores, ahora vuelve a sentirse futbolista. Con el de hoy llevará tres partidos seguidos de titular y será la gran amenaza a la que tendrá que hacer frente el Mallorca.