Roberto Morales|MADRID
La magia de Alessandro Del Piero, autor de los dos goles del Juventus en su visita al estadio Santiago Bernabéu, destapó las carencias del Real Madrid, en un serio aviso en la enésima búsqueda de la décima Copa de Europa, con un proyecto corto de calidad, que comienza a tambalearse.
La lección aprendida de las últimas eliminaciones, hacen al Real Madrid valorar al máximo el primer puesto de grupo. Es clave. Para agarrarse a él tenía que vencer y Schuster optó por lo establecido de inicio, la historia de Raúl y Van Nistelrooy, sentando al delantero que mejor forma muestra, Gonzalo Higuaín.
Pero con el reciente partido de Turín en la mente, los madridistas saltaron al campo enchufados, evitando las relajaciones en los primeros minutos que cuestan derrotas. Una llegada de Guti y un centro chut de Sneijder instalaban el dominio blanco hasta que apareció una figura que jugará hasta que él lo desee: Alessandro Del Piero.
Nunca le abandonará el fútbol. A cuatro días de cumplir 35 dio una auténtica lección de clase. Ha perdido velocidad pero ni un ápice de su pegada. Sacó oro de un balón perdido por Guti y de la indecisión de la defensa blanca, que optó por recular antes de encimar, para soltar un nuevo 'latigazo' pegado al palo, inalcanzable para Casillas. Había perdido en sus tres visitas al Bernabéu. Ayer, posiblemente en su última aparición por el coliseo madridista, se quitó la espina.
El gol de Del Piero desató dudas. Por décimo partido consecutivo el Real Madrid encajó gol. Quince tantos en contra inundan de dudas a un equipo, desde la zona del campo donde debía comenzar la confianza del grupo, la defensa.
La desesperación se fue instalando en la afición madridista por cada pase al limbo de Drenthe. Eligió mal el holandés al borde del descanso, con un pase virtuoso de Guti, de 50 metros, que le dejó solo. Perdonó, como el brasileño Amauri, que tras robar la cartera a Heinze pecó de individualismo.
A falta de fútbol, se instaló el partido en la polémica en la reanudación. Una rigurosa amarilla a Van Nistelrooy y dos posibles penaltis, sobre el delantero holandés y Raúl, despertaron al Bernabéu y el ambiente de las grandes noches.
Duró lo que quiso Del Piero. Una falta rescató su toque mágico, para sobrepasar la barrera y ajustar su disparo al palo sin que Casillas pudiera hacer nada, sentenciando el duelo y dejando una noche helada sobre el Bernabéu.