Quizás no irradie la luz de otros partidos, pero es todo un clásico de la Liga. Mallorca y Athletic ultiman los detalles de su inminente cruce de caminos bajo el inconfundible ruido que emite la guillotina. Porqué Joaquín Caparrós puede ser despedido si su equipo fracasa en el ONO Estadi y también porque los deficitarios números que ha firmado el cuadro rojiblanco, instalado en las mazmorras de la clasificación, han reabierto un viejo debate: ¿Puede vivir el Athletic en Primera con jugadores de la tierra?
Recargado con la presencia de Aritz Aduriz en el bando local -su traspaso al Mallorca originó una seria fractura social en San Mamés-, los guarismos denuncian que el Athletic que desfilará por Palma es el peor de la última década. Atrapado por una dinámica que engulle presidentes y entrenadores -desde el año 2000 han pasado por el club ocho técnicos y cinco mandatarios- sobre el campo el Athletic también anda sin brújula.
Apenas mantiene sus señas de identidad el cuadro rojiblanco, al que parece haber fiado demasiadas cosas al carácter de su entrenador. Futbolísticamente, la casa es una ruína. Ha marcado siete goles -sólo Osasuna (3) y Recreativo (5) están por debajo- y ha encajado la friolera de 17 tantos. Con un triunfo y dos empates en su casillero, la escuadra de Caparrós vive en puestos de descenso y bajo una depresión absoluta. Apenas se recuerda un arranque tan dubitativo del Athletic. En la temporada 06/07, en la que el equipo flirteó con el desastre y acabó el torneo en el puesto 17 -sumó 40 puntos y perdieron la categoría el Celta (39), Real Sociedad (35) y Gimnàstic (28)- a estas alturas acumulaba 7 puntos. Durante el curso anterior -el Athletic acabó en el puesto 11 (50 puntos- en la jornada 9 ocupaba la décimotercera plaza con 10 puntos.
Vapuleado por el Villarreal (1-4) y despedido entre grandes muestras de desaprobación, el Athletic ha asumido el duelo ante el Mallorca como un encuentro crucial por una simple cuestión de supervivencia. Será el partido número 23 de Liga que disputen ambos conjuntos en territorio balear. El balance histórico es favorable al cuadro bermellón, que suma 9 triunfos y 6 derrotas (han empatado en 7 ocasiones) ante uno de los tres equipos de Primera que nunca ha perdido la categoría.
Para el Mallorca, la cita también guarda un enorme valor estratégico. Su triunfo sobre el Espanyol y el juego que desplegó en el Calderón durante un buen tramo del partido, sostienen el crecimiento del equipo de Manzano, que una temporada más se ha marcado el objetivo de cerrar la primera vuelta del torneo con más de 20 puntos en su mochila.
Con las constantes crisis que está desatando la venta del club, la hinchada sólo está encontrando consuelo en el refugio de Son Moix, aunque en este escenario de endeblez institucional, los gatillazos deportivos también se exponencian en la grada. El clásico sangra.