El desembarco de Rudy Fernández en la NBA era cuestión de tiempo. Uno de los momentos llamados a marcar historia dentro del deporte balear se encuentra en plena cuenta atrás, y el escolta palmesano lo tiene todo para triunfar en la mejor liga de baloncesto del planeta. Los Blazers de Portland le han convertido en todo un icono en la capital de Oregón, y el octavo español en dar el salto al otro lado del Atlántico (ya son nueve tras la irrupción de Marc Gasol en Memphis) ya ha mostrado sus credenciales. Sus 'alley hoops', las canastas imposibles marca de la casa y su infalible muñeca ya deslumbran en el que será su hogar durante las tres próximas campañas. Pese a portar galones de rookie, el exterior formado en el Sant Josep Obrer y madurado en el Joventut, siempre quiere más.
Tras cuatro años madurando la decisión, su elección en el Draft de 2007 (fue traspasado de Phoenix a Portland) marcó un punto de inflexión. Haberlo ganado todo en Europa, devolviendo a la Penya a lo más alto en una temporada de despedida redonda (Copa del Rey, ULEB y MVP de ambas competiciones y clasificación para la Euroliga), acabó por dar forma a una decisión apoyada en sus éxitos con la selección española -campeón del mundo, plata olímpica y subcampeón de Europa-. Rudy será el primer balear en jugar en la NBA. Ya ha despuntado en la pretemporada, en la que sólo una leve lesión en el tobillo le detuvo y ha tenido tiempo de promediar 12 puntos (100% en tiros libres) y 4 asistencias por partido. Además de 29'4 minutos. Lo que le reivindicaba a Nate McMillan, técnico de la franquicia de Portland.