Miquel Alzamora
Hablar de urgencias en las ocho primeras jornadas de Liga es más anecdótico que real, pero encadenar dos derrotas consecutivas ante los colistas de la Liga, (Sporting, 0-2) y Betis (3-0) convierten la situación cuando menos en inquietante. La preocupación no está ni en la clasificación ni en la puntuación, está en saber si existe o no capacidad de reacción y si hay o no equipo para tomar de una vez por todas impulso. Esta tarde (17:00 horas) ante el Espanyol los baleares buscan oxígeno y demostrar que hay mucho más de lo visto hasta la fecha.
El Mallorca anda metido en un mar de dudas enorme propiciado por la trayectoria del equipo y la actitud de no pocos futbolistas. Dudas en defensa -encaja demasiados goles- problemas en la creación y desconfianza en ataque. Individualmente Manzano empieza a sentir el 'síndrome Toshack', es decir, tiene ganas de cambiarlo todo los lunes, se lo replantea a mitad de semana y llega el domingo y quedan más o menos los de siempre. Sin embargo, el partido disputado ante el Betis tendrá seguramente consecuencias. Al entrenador andaluz se le vio enfadado como pocas veces se le ha visto y ratificó su estado de ánimo en la sesión del pasado lunes. Todo es interpretable y a todo se le puede dar mayor o menor dimensión, pero lo de Manzano el lunes fue dar un golpe sobre la mesa.
Ni el mejor libro de estilo, ni las más avezadas pizarras, ni los sistemas mejor ensayados sirven de nada si en el campo los once futbolistas no se dejan el alma. Y hasta el momento no se la han dejado. Ni de lejos. De ahí el monumental enfado de su entrenador. Otra cosa es saber si el mensaje ha llegado al vestuario o si el partido de esta tarde es o no una prioridad en las tareas del día de los futbolistas. No es una afirmación gratuita, simplemente es constatar una realidad ya que echando un vistazo a los últimos partidos, la plantilla empieza a jugar en las segundas partes. La primera no va con ellos y el entrenador ha repetido hasta la saciedad que esto es dar excesiva ventaja en Primera División.
No obstante, la parte positiva es que los problemas han surgido al principio de temporada y Manzano quiere atajarlos de forma inmediata, de ahí que el partido esté marcado en rojo y la consigna sea ganar o ganar y hacerlo además ante un rival siempre incómodo como el Espanyol. El preparador de Bailén sabe que ceder más puntos en este primer tercio de campeonato obligará de nuevo a realizar un esfuerzo descomunal en la recta final para evitar problemas. De ahí, la necesidad de tener que sumar los tres puntos para acomodarse cuanto antes mejor en la mitad de la clasificación. Aventurar un once siempre es complejo, más con Manzano en el banquillo y mucho más si todavía no hay un once definido. El desastre de Sevilla puede pasar factura y no es prudente descartar sorpresas en todos lo sentidos. El Espanyol siempre suele inquietar, sobre todo cuando aparecen vestidos de blanquiazul dos hombres letales como Raúl Tamudo o Luis García. Juan Arango, que ante la falta de noticias futbolísticas ha decidido hablar esta semana, apuntó que ambos son especialistas en engañar a los árbitros. Él no los engaña, el problema es que de momento ni está, aunque se le espera. Hoy sería un buen partido para reivindicar que con argumentos futbolísticos no hace falta recurrir a otras artes mucho menos correctas. La clave del partido de esta tarde es evitar dar alas al Espanyol, intentar que no se avance en el marcador y tratar de que el primer gol caiga hoy del lado local. Es el plan perfecto, el plan de Manzano, el plan previsto estos últimos partidos, pero que salió al revés. Frente al Espanyol no hay espacio para el resbalón y siendo un partido de tres puntos, a nadie se le escapa que hay mucho más en juego que lo puramente numérico. Es un choque para reivindicarse, para tomar impulso, para empezar a ser mejores. Manzano espera que la bronca del lunes dé resultados.