El Mallorca ya ve la luz. O por lo menos, los resultados le acercan a ella. El conjunto bermellón salió anoche de esa peligrosa espiral desde la que había recibido al campeonato y agarró su primera victoria, que seguramente tendrá efectos terapéuticos. Y lo hizo después de invertir lo justo y necesario, nada más. El Numancia, que durante noventa minutos paseó sus miserias por la alfombra de Son Moix, inaugura justamente la lista de víctimas de los rojillos, que, por el bien del grupo, debería ir engordando durante las próximas semanas (2-0).
Manzano subió al cuadrilátero con otra alineación a estrenar en la que sobresalían algunas permutas relevantes. Además de la obligada reestructuración defensiva, Martí y Jurado volvieron a su hábitat natural y Varela, más espeso de lo normal en Riazor, se sentó en el banquillo para dejarle su sitio a Juanmi Callejón, inédito hasta ese momento en Primera. Sin embargo, los cambios no modificaron el guión de salida, que exigía una presión importante por el costado isleño. Un minuto después del comienzo, los bermellones amontonaban dos saques de esquina y el Numancia ya tenía medio cuerpo en la cueva.
Después del fogonazo inicial, el Mallorca adoptó una postura más reflexiva. Invitó a salir al conjunto soriano, pero comprobó que era una batalla perdida. Kresic había poblado la zona ancha para evitar cualquier tipo de fuga y aunque los locales vivían totalmente despreocupados en defensa, no hallaban la manera de reactivar el tráfico. Afortunadamente, cuando parecía que el encuentro iba a caer en la rutina que proponían los numantinos, apareció Jurado para abrir el grifo. El gaditano, todo un experto en forzar las puertas de los rivales, sacó la varita y reventó los planes de la formación visitante. Se aprovechó de su candidez defensiva, pero lo hizo con una exquisitez absoluta. Apareció entre los tímidos centrales del Numancia, se escapó por velocidad y tras sortear a Juan Pablo y quedarse sin ángulo, mandó el cuero a la red con un zurdado finísimo, digno de un gran sibarita. Golazo (minuto 12).
Lo más difícil se había conseguido. El gol obligaba al Numancia a cambiar los planes sobre la marcha y a estirar los brazos. Y los jugadores del Mallorca, conscientes de la situación, relajaron los músculos. Demasiado, quizá. El once soriano reclamó la posesión de la bola y avanzó varios metros todas sus líneas en busca de luz. Por suerte para los rojillos, no venían preparados para eso y todos sus ataques se diluían en la frontera del área. Los de Manzano tampoco fabricaban peligro, pero cuando Jurado entraba en acción sus acciones se revalorizaban. De hecho, el gaditano estuvo a punto de asestar el golpe definitivo con otra lujosa galopada que murió a pocos metros de la portería. Recorrió casi cuarenta metros con el balón pegado a la bota, pero acabó empachado y sin gasolina.