Javier Giraldo|BARCELONA
El Barcelona despachó al Sporting de Portugal con dos goles a balón parado, desde el córner y el punto de penalti, y un último tanto de Xavi, en un ejercicio de supervivencia que le alcanzó para sumar la victoria en su estreno europeo de la temporada.
Aunque aliviado por el resultado, el equipo de Guardiola vive al límite, obligado a sumar para disipar dudas y aumentar su margen de maniobra. Ante el Sporting dio un paso adelante porque rescató los puntos, pero volvió a ofrecer una imagen titubeante; un equipo prometedor, pero falto de remate y contundencia.
Guardiola, por lo demás, volvió a sorprender desde la alineación. Obvió a Sylvinho y recicló a Puyol como lateral izquierdo. Con Keita como ancla en el centro del campo, liberó a Alves, hasta el punto de jugar sin retrovisor, con tres defensas cuando la pelota fue del Barça. El equipo ganó presencia en la medular y pobló los alrededores del área lusa.
Con Etoo desenfocado y Henry más voluntarioso que eficaz, el peligro lo llevó Messi. El argentino merodeó entre líneas y buscó el cuerpo a cuerpo, el balón siempre pegado al pie. Su equipo parece contagiado, porque prefiere la combinación al pie que los espacios, el toque en corto al disparo.
Y pese a todo, el gol volvió a llegar a balón parado. En un saque de esquina, circunstancia casi insólita en el Barça. Xavi alzó una mano, marcó la jugada, y Márquez leyó la estrategia al detalle. Con el pelotón en el primer palo, el mexicano dio un paso atrás para rematar a la altura del segundo palo, pero lejos del área chica, un impulso seco que agarró a contrapié al portero luso. En época de necesidad, bienvenidos sean los goles desde el córner.