La leyenda de Rafael Nadal no conoce límites. 2008 es su año. Lo ha corroborado con sus victorias en siete torneos, entre ellos Roland Garros, pero por encima de todo en Wimbledon. Por si eso fuera poco, hoy estrenará su condición de número uno del mundo, siguiendo los pasos de Carlos Moyà y Juan Carlos Ferrero, liquidando cuatro años de reinado de Federer. El remate lo puso ayer. El tenista de Manacor ya forma parte del club de los elegidos y logra para Balears la séptima medalla de oro en toda la historia de los Juegos, la novena en total, y el tercer título olímpico para España en Pekín -a la espera de lo que acontezca con la plata de Íker Martínez y Xabier Fernández en vela-, el primero que conoce el tenis, que ya acumula once preseas, todas ganadas desde Seúl 88.
Rafael amanecerá hoy como rey y dios olímpico del tenis tras pasar por encima de un Fernando González que se encontró sin recursos para intentar asaltar al mallorquín en su mejor momento (6/3, 7/6 (2) y 6/3, en dos horas y veintiún minutos), aunque por momentos se mostró respondón. No fue suficiente. La zurda de oro de Nadal se mostró más contundente que la precisa derecha del chileno, que se tiene que conformar con la plata con la que entró en la pista. Además de la gloria olímpica, de un oro para recordar, el manacorí anade 400 puntos ATP a su particular hoja de servicios y da al tenis español su primer oro en unos Juegos desde su regreso al programa en 1988. Eso le permite ser el campeón olímpico con el ránking más elevado de toda la historia, superando a André Agassi (Atlanta 96).
El partido se presentaba a priori equilibrado. Los enfrentamientos directos entre ambos (3-3) presagiaban un duelo de alto voltaje.