Sin rastro de las molestias físicas que encendieron las alarmas en el encuentro del lunes y con la sensación de haber jugado su mejor encuentro del torneo ante Mikhail Youzhny, Rafael Nadal se adentra hoy en los cuartos de final de Wimbledon para vérselas con el escocés Andy Murray y con la presión que ejercerán los cerca de 15.000 espectadores que alentarán a su última esperanza. El mallorquín tiene que esperar a que se enfrenten Federer y Ancic en el primer partido de la jornada, a las 14 horas, para empezar a buscar su acceso a unas semifinales en las que se vería las caras con los sorprendentes cuartofinalistas Rainer Schuettler y Arnaud Clement.
Pese a todo Nadal parte como favorito en la carrera hacia la final por el nivel exhibido y también por los precedentes. El de hoy es el tercer enfrentamiento entre Nadal y Murray y en los tres siempre salió airoso el mallorquín. Este año el balear le superó con autoridad sobre la tierra batida de Hamburgo (6-3 y 6-2), aunque en 2007 sus duelos sobre superficie rápida fueron más igualados. El manacorí necesitó cinco sets para superarle en los octavos de final del Open de Australia y en la misma ronda se impuso 7-6 y 6-4 en el Masters Series de Madrid.
El respeto por la memoria que los ingleses conservan como pocos y que convierten Wimbledon en la cita más histórica del circuito quizás no les alcance para recordar que el último éxito de un tenista local se produjo en 1936 de la mano de Ted Berry. Murray ha preparado el terreno para conseguir el apoyo, pero la presión que engulló a Gasquet quizás tengo mucho menos efecto cuando el que está al otro lado de la red es Rafael Nadal, que es, al mismo tiempo, uno de los jugadores más queridos por el público del All England Club.