Tolo Jaume|PARIS
Roger Federer hizo buenos los pronósticos y se colocó a un paso de la final a costa de Fernando González, pero para pelear por intentar completar su particular Grand Slam antes tendrá que vérselas con Gael Monfils, que ayer decidió saltarse el guión para frenar en seco las aspiraciones de David Ferrer. El alicantino se vio sorprendido por la solvencia del parisino, que concedió una alegría a unos aficionados franceses que no veían a uno de los suyos en el penúltimo escalón hacia el título desde Grosjean en 2001 y que estos días recuerdan que hace 25 años que Yannick Noah levantó la última Copa de los Mosqueteros para el tenis galo. Minutos antes de que entraran en acción los hombres se completaron las semifinales femeninas asegurando una final entre Rusia y Serbia, ya que Dinara Safina y Svetlana Kuznetsova se enfrentan hoy a partir de las 14.00 en las semis después de imponerse a Elena Dementieva y Kaia Kanepi respectivamente.
David Ferrer parecía el encargado de complicarle el camino a Roger Federer en las semifinales, pero sucumbió en cuartos (2-6, 6-2, 6-3 y 6-4) ante un Gael Monfils que dejó constancia de su renovada madurez en el juego para desarticular el plan previsto por el alicantino. Ferrer había salido airoso de partidos que se le habían puesto cuesta arriba en los días previos, pero su reacción no llegó a tiempo al haberse quedado sin chispa. Y es que, tras igualar el duelo a un set, perdió su servicio en el primer juego de la tercera manga y dejó franco el camino a Monfils, que evidenció un buen servicio en los momentos decisivos. Tras eternos intercambios, el partido se le hizo cómodo al francés, beneficiado por los errores y el cansancio de su rival y, sobre todo, espoleado por los más de 14.000 espectadores que prácticamente llenaron las gradas de la pista central de Roland Garros.
Gael Monfils y las gradas de la Philippe Chatrier serán mañana los rivales en las semifinales de Roger Federer, que volvió a ofrecer algunas incógnitas a pesar de acabar imponiendo su estilo. El suizo saltó a la Suzanne Lenglen algo dubitativo y la derecha de Fernando González sacó provecho de unas concesiones inesperadas. El chileno hizo gala de su pegada y precisión con el drive mientras el número uno del mundo no demostraba tal condición acumulando fallos poco habituales en él. En 24 minutos el último tenista sudamericano que quedaba en liza se apuntó la primera manga gracias a sendas rupturas en el primero y el séptimo juego. La sorpresa planeaba sobre Roland Garros y el gesto de Federer delataba un inicio algo más que incómodo.
Sin embargo, el helvético apretó los dientes y como si de una afrenta se tratara comenzó a desplegar su juego, el que la ha recomendado Pepe Higueras para acabar con la maldición que le acompaña sobre la tierra parisina. Ajustó a las líneas y exigió el máximo a González, que entonces no pudo seguirle el ritmo. Las aguas volvieron a su cauce con la igualdad a un set y Federer fue madurando a su adversario hasta dejarlo KO. 49 golpes ganadores del helvético minimizaron sus 29 errores no forzados y sus subidas a la red fueron demasiado para González, que plantó batalla pero acabó hincando la rodilla.