Patricia Rodríguez|LONDRES
El jugador marfileño Didier Drogba metió ayer al Chelsea en su primera final de Champions en una vibrante eliminatoria librada en Stamford Bridge, en la que los Blues tuvieron la última palabra, con un 3-2 en la prórroga, ante un Liverpool que pese a su empeño y pasión se vio incapaz de encender su estrella europea.
Fue Drogba el primero en adentrarse en los feudos de Pepe Reina, y el jugador que dio más trabajo a las defensas red con internadas continuas y con una misión clara: molestar a Carragher y Skrtel y transformar un guión en principio descafeinado.
Irónicamente fue precisamente un balón que se le escapó a Torres el desencadenante del desastre, al retomar la pelota Salomón Kalou para rematar a la portería de Pepe Reina. El portero español desvió bien hacia un lateral, pero Drogba, de nuevo, se adelantó al noruego Riise para dar la ventaja al conjunto anfitrión a la media hora de partido.
La réplica a Drogba llegó de Fernando Torres. El Niño escuchó las llamadas de la hinchada para devolver la calma a su equipo en el minuto 64. Retomó un balón que le filtró Yossi Benayoun, tras deshacerse de cuatro defensas del Chelski. Un toque con la izquierda y un certero tiro a puerta de The Kid con la derecha sirvieron, por lo pronto, para romper las negras estadísticas que cosecha el Liverpool en Stamford Bridge.
El segundo asalto de las semifinales inglesas no obtuvieron conclusión en los 90 minutos.
Superado el impacto, llegó el peor momento para el Liverpool, cuando una falta de Hyypia sobre el germano Ballack provocaba un penalti, que transformó Lampard para el 2-1. La agonía en la que se sumergía el Liverpool no terminaba ahí. Drogba volvió a la carga y asestaba otro golpe letal a los reds, tras una buena jugada de Anelka.
El holandés Babel, suplente de Torres, lograba otro tanto aprovechando, con un disparo lejano que no supo despejar Cech y que podía reavivar el tramo final de la eliminatoria. Ya espera el Manchester.