Cuando aterrizó en Son Sant Joan el pasado 1 de agosto, ni él mismo imaginaba la historia que acabaría redactando con el paso de los meses. «Había marcado once goles con el Getafe y no sabía si lo superaría, pero me está saliendo un año redondo», reconoce ahora entusiasmado. Daniel González Güiza (Jerez de la Frontera, 1980) es ya el goleador más letal que ha tenido a su servicio el Mallorca en el plazo de una temporada. Los 21 tantos que ha ido dibujando a su paso por la Liga le convierten en uno de los delanteros con mejor cartel de todo el escaparate europeo y se ha plantado en la última fase del curso con la posibilidad de seguir creciendo, de marcar una época vestido de rojo. Tiene cinco partidos por delante y ganas, muchas ganas. Depende de él. Está en sus botas.
El atacante gaditano no había estado en su vida a una altura tan elevada. Eligió la Nueva Condomina para explotar y tras reducir a cenizas los números que paseaba Enrique Magdaleno, desayunó ayer viendo su imagen en todas las portadas y comprobando que su nombre reposa en estos momentos junto al de otros grandes arietes del balompié continental. De hecho, sólo hay seis jugadores repartidos por las grandes ligas (España, Inglaterra, Italia, Alemania, Francia, Holanda, Portugal y Grecia) que mejoren sus cifras anotadoras: Huntelaar (Ajax), Cristiano Ronaldo (Manchester), Luis Fabiano (Sevilla), Lisandro López (Oporto), Fernando Torres (Liverpool) y Blaise N'Kufo (Twente). Además, si se repasa atentamente la lista, su trayectoria adquiere todavía más valor, ya que el nivel competitivo de los torneos en los que se desenvuelven algunos de ellos es notablemente inferior al que recorre habitualmente Güiza.
«Es un orgullo entrar en la historia del Mallorca, estoy muy contento», apuntaba ayer en la sala de prensa de Son Bibiloni. «De todas formas, también tengo que darle las gracias a mis compañeros, que son los que me han ayudado a conseguir todo esto. Soy bastante feliz», añadía.
Güiza, que no oculta que la campaña está superando sus expectativas más optimistas, ha estrechado la distancia que le separaba del sevillista Luis Fabiano y está capacitado para pelear por el pichichi, aunque a estas alturas el asunto no le inquieta demasiado: «No quiero comerme la cabeza. Lo único en lo que debo pensar ahora es en ir partido a partido y ojalá la pelota siga entrando como hasta ahora. ¿Con qué gol me quedo? Con todos, todos son importantes». En esa dirección, confiesa que a partir de ahora ejecutará también los lanzamientos desde el punto de penalti: «No quería hacerlo porque el equipo todavía no estaba salvado y prefería asegurar la victoria. Cuando no está el Caño siempre los tira el griego (Basinas) y quería que siguiera así. Pero ahora sí que los tiraré yo», subrayaba.