El Real Madrid agotó por la vía rápida cualquier atisbo de esperanza que pudiera albergar el ViveMenorca de lograr un histórico triunfo ante el otrora rey de Europa. Cierto que el actual equipo madridista dista mucho de ser aquel conjunto que en décadas pretéritas sometió al resto del continente con su incontestable yugo. No es menos real que el bloque de Joan Plaza falla sistemáticamente ante rivales de similar perfil (Maccabi, Olimpiacos, Tau o Joventut pueden dar fe de ello), del mismo modo que resulta incuestionable que, a día de hoy, el cuadro blanco ni tan sólo es el máximo favorito a repetir título ACB (en Badalona existe un equipo de ensueño que hace escasos días le arrebató ese status)... Sin embargo, y para desgracia isleña, el Madrid sigue estando varios cuerpos por encima de un Menorca que apenas pudo ofrecer respuesta ante las excelencias de los Bullock, Reyes y demás.
Al cuadro capitalino le bastó con dar un par de zarpazos antes del intermedio para finiquitar el envite. En los albores del partido, nueve puntos casi consecutivos de Bullock situaban un inquietante 2-11 en el marcador, y en el epílogo del segundo cuarto, un parcial de 4-10 ubicaba un imposible 26-45 con el que ambos equipos alcanzaron los vestuarios. Felipe Reyes, que ni tan sólo había aparecido en el quinteto de salida, firmaba 13 puntos en el intermedio y minimizaba, junto al oficio de Hervelle, el poderío interior isleño (10 a 23 para el cuadro capitalino en capturas cumplido el ecuador del duelo).
El Menorca, desprovisto de su principal argumento (el rebote), pululaba sin brújula por la cancha. La ineficaz dirección de Stefanov y Guzmán obligó a Casas a recurrir a Mendiburu incluso. El manresano probaba todo pero sus hombres no acertaban a plasmarlo sobre el parquet. Tampoco aparecía Stojic, y la defensa hacia aguas ante el caudal ofensivo madridista. Únicamente Bazdaric (10 puntos antes del descanso) ofrecía réplica. Igualmente influía el desigual criterio arbitral. Sin ejercer de factor desequilibrante en absoluto, los colegiados no medían por igual la dureza de ambas defensas. Lo que era falta en la zona isleña no se consideraba como tal en la pintura blanca.
Con ese añadido, el panorama era simplemente aterrador para los locales, que pese a todo, tiraron de casta en el tercer período, atisbándose incluso un amago de remontada. El Menorca, apenas inaugurado el tercer parcial, padecía su máxima desventaja (29-54), recuperada a base de defensa y garra abierto el cuarto final (57-69). Moss erraba un triple que hubiera reducido la inferioridad en el luminoso por debajo de los 10. Al tiempo que el aro rechazaba el lejano intento del pívot norteamericano se desvanecían las escasas opciones de triunfo que todavía podían albergarse.
El Madrid apretó atrás, se aclaró en ataque e inflingió un demoledor 2-17 con el que definitivamente liquidó el partido (59-86), dedicándose en los instantes finales a administrar la renta y a jugar de cara a la galería, mate de Reyes con mirada desafiante hacia la grada incluido. Tal vez este millonario Madrid no dé la talla en las grandes citas, pero ayer venció casi sin inmutarse (69-92).