Efe |TURÍN
El DKV Joventut coronó en Turín su proyecto de cantera y juventud, su baloncesto alegre y festivo, al proclamarse campeón de la ULEB, frente a un Akasvayu voluntarioso, pero demasiado cansado, incapaz de contrarrestar el talento de una Penya con acento mallorquín gracias a la participación de Rudy y Pere Tomás.
El equipo de Aíto se lleva de Turín un nuevo título europeo y un billete a la Euroliga, premios que le acreditan como uno de los equipos del momento. Pocos clubes disfrutan de una plantilla tan equilibrada y en tan dulce momento de juego.
Ni siquiera necesitó el Joventut recurrir a la mejor versión de Rudy. Ha adquirido tal jerarquía deportiva que su talento natural le permite despachar los partidos con toda la naturalidad del mundo. Se impone a sus rivales desde el escudo de la camiseta. Si no le funciona su planteamiento, suele tener un plan.
Ocurrió en Turín, frío escenario de la primera final a ocho de la ULEB. La Penya llegó como favorita y se embolsó el título con un baloncesto eficaz.
Aunque no comenzó demasiado bien ante el Akasvayu, acabó por imponer su ADN y su peso específico en el momento decisivo de la final. Empezó el Joventut despistado, anulado por la defensa de Akasvayu, pero rectificó a tiempo.
Con Radenovic como faro, un pívot que se ha revelado en la ULEB como jugador de futuro, el Akasvayu golpeó primero. Rudy Fernández, con problemas en el hombro derecho, vio el inicio del partido desde el banquillo, y el equipo de Girona se aprovechó de su ausencia (10-2, min. 2).
El Joventut, con 2/11 en triples durante el primer cuarto, se reordenó a la voz de Aíto. La defensa individual planteada por la 'Penya' no tardó en dar sus frutos. Además, apareció Moiso, infranqueable en la pintura, una pesadilla para Marc Gasol. Y con Rudy ya en pista, el Joventut se puso por delante (21-22, min. 14). Mallet comenzó a acertar desde el perímetro y el Akasvayu no tuvo capacidad de respuesta.
Con la anotación más baja de toda la final a ocho, 54 puntos, el Akasvayu acusó el cansancio y su falta de banquillo. El equipo de Girona se quedó sin argumentos. El aro rival se le hizo pequeño y se vio incapaz de cerrar el rebote. Resignado, bajó los brazos demasiado pronto. Con 6 puntos en el segundo cuarto, firmó la dimisión.
En el inicio del tercer periodo, cuando el partido demandaba una reacción del Akasvayu, la Penya comenzó a cerrar el marcador. Sin exhibirse demasiado y lejos de su proverbial velocidad, el Joventut se desmarcó con un gran triple de Mallet (31-46, min. 25).
A falta del último periodo, la afición verdinegra ya celebraba el título. Con 21 puntos de ventaja, mayor experiencia en partidos decisivos y una plantilla más amplia, los hombres de Aíto se dedicaron a rentabilizar su ventaja.
Mallet redondeó sus cifras y ayudó a encumbrar a su equipo, triunfador absoluto de la ULEB de Turín. La Penya levantó el título con la autoridad de los grandes, consciente de que su sitio está en la Euroliga. Allí jugará el año que viene por derecho propio.