Roberto Morales|SEVILLA
El Real Madrid derrotó al Sevilla, 3-1, en un partido clave en la lucha por la Liga, en el que corrigió sus males con un torrente de fútbol en la primera mitad y manejó a su rival en la segunda, para acariciar el título gracias a un gol que rompió el duelo, el número 203 en Primera de Raúl.
La irregularidad de este Real Madrid se individualiza en jugadores como Sneijder. Pasó de hacer su peor partido, ante el Valencia, a brillar como nunca. De sus botas nació el tanto que abría el marcador. Una falta, botada a la perfección desde la izquierda, la cabeceó Heinze a la red.
Cuando los minutos mejoraban el aspecto del Sevilla llegó el empate. Un nuevo despiste defensivo del Madrid a balón parado acabó con el gol de Kanouté, que fusiló a Casillas tras varios rechaces en el balón dividido dentro del área que ganó Keita.
Castigo duro para un Real Madrid decidido en lanzarse por el título. No dio tiempo a que aparecieran los fantasmas por Chamartín. El capitán, Raúl, se encargó de evitarlos. Mató un balón largo de espaldas al arco. Rodeado de dos rivales. Con una maniobra se marchó y colocó su disparo en la escuadra. Un gol que bien vale un título y que la grada lo celebró pidiendo su regreso a la selección española.
En la segunda parte, se juntaron la visión de Sneijder y la precisión del mejor asistente de la Liga, Guti, para dejar en bandeja el tanto a Higuaín y desatar una celebración en equipo que olía a título.