Jugadores del Mallorca rodeando al colegiado; tarjetas rojas; penaltis a favor no pitados; piscinazos en contra señalados... La estampa no es nueva. La historia se ha repetido muchas veces a lo largo de la temporada y nadie halla la solución para detener la hemorragia.
Da la sensación de que el conjunto de Manzano se ha convertido en el blanco perfecto de los colegiados y así es muy difícil progresar. Una docena de expulsiones -entre jugadores y auxiliares- decisiones surrealistas y un martilleo constante a la moral del vestuario. Es lo que le ha tocado sufrir hasta ahora al grupo bermellón en su accidentada travesía por la Liga.
La pesadilla comenzó el 16 de septiembre frente al Villarreal. El Mallorca cedía los primeros puntos del curso merced a una decisión errónea del colegiado Pérez Burrull, que invalidó un tanto de Dani Güiza (era el del 1-1) por un inexistente fuera de juego.
Quince días más tarde, la visita al Ruiz de Lopera fue un nuevo suplicio. Ontanaya López decapitó al conjunto insular con la rigurosa expulsión de Ballesteros y remató la faena en el epílogo enviando antes de tiempo a la ducha a Dani Güiza. A la jornada siguiente le tocó a Pereyra y dos episodios después el damnificado fue otra vez Ballesteros. Sin tiempo para asimilarlo, Ramírez Domínguez se cargó a Miquel Àngel Moyà en Riazor y Ayza Gámez atajó la evolución de Varela con una roja en el Sánchez Pizjuán.
Antes de esa expulsión, el Mallorca sufrió una masacre arbitral en el Santiago Bernabéu. Fernández Borbalán se cebó con los isleños al no señalar un penalti enorme de Heinze, que botó el balón con las manos dentro de su área, y conceder como válido un gol en clarísimo fuera de juego de Robinho.
También frente al conjunto blanco, en ese caso en la Copa, el árbitro ignoró un penalti de Dudek sobre Trejo, una actuación que motivó que Manzano advirtiera en las vísperas del partido de vuelta. «Vamos a jugar contra el Madrid y contra el árbitro».
Después de unas semanas de calma, el Mallorca volvió a ser ayer víctima del colectivo arbitral. Paradas Romero señaló un penalti favorable al Espanyol que no fue y no pitó una falta enorme sobre Arango. Al minuto siguiente, Luis García selló el 2-1.