Carlos Román ¿Mallorca frente a Valladolid o Güiza contra Llorente? A simple vista, el careo entre baleares y castellanos del próximo domingo podría sintetizarse en el pulso que mantienen dos goleadores que hasta hace muy poco vivían apartados del calor de los focos. El gaditano y el guipuzcoano son, con permiso del madridista Raúl, los máximos goleadores nacionales del campeonato y entre ambos acaparan veintidós tantos. Once cada uno, según las estadísticas oficiales de la Federación y la Liga. El duelo no es nuevo. Más bien se adapta a la secuela de otro, igual de condimentado, que calentó la Segunda división hace ahora tres temporadas. En aquella época, con el andaluz estaba incrustado en las filas del Ciudad de Murcia y el vasco en las del Eibar, se vivió una intensa batalla de cuarenta y dos capítulos con el pichichi de Segunda como telón de fondo. No lo ganó ninguno de los dos, pero al final del ejercicio ambos subieron el escalón que conducía al ático del fútbol español. Ahora disfrutan del tramo más excitante de sus carreras y comparten un sueño: la Eurocopa.
Güiza y Llorente han seguido caminos muy próximos para llegar a un mismo punto. Si el delantero del Mallorca tuvo ganarse una plaza elite a base de esparcir pólvora por las plantas más modestas del balompié español, Joseba Llorente no había tenido continuidad en Primera hasta hace sólo unos meses. Formado en la prolífica cantera de la Real Sociedad, se asomó por primera vez a la máxima categoría de la mano de John Benjamin Toshack, que le reclutó para medirse al Athletic el 14 de enero de 2001. Jugó ocho partidos y abrió su cuenta a costa del Numancia, pero ni en esa campaña ni en la siguiente llegó a la decena de encuentros y decidió completar su proceso de madurez en el Eibar, donde vivió dos etapas distintas. Sin embargo, su explosión definitiva se aplazó hasta la temporada 2004-05. Se destapó como el jugador de referencia en el conjunto armero y compitió hasta el epílogo por el trofeo de máximo artillero que al final se adjudicó Mario Bermejo (Racing de Ferrol), por delante de Güiza (Ciudad de Murcia), Nino (Elche) y el propio Llorente. El ariete cautivó al entonces técnico azulgrana, José Luis Mendilibar, que se lo llevó junto a él a la capital pucelana para convertirlo en uno de los elementos claves dentro de la maquinaria que certificó el ascenso. Logró diecisiete dianas y en su nuevo hábitat continúa creciendo. Presenta una tarjeta de un gol cada dos partidos y se codea con los grandes ejecutores. Casi nada.