El mapa deportivo del planeta presenta un selecto grupo de ciudades con recintos de primer nivel y el Palma Arena se ha ganado un puesto entre la élite de este particular atlas más por su precio que por sus prestaciones. Los más de 130 millones de euros que ha supuesto la construcción del multiusos de Ciutat le sitúan entre las grandes instalaciones deportivas del mundo, aunque su rendimiento dista mucho del que brindaron desde su fundación instalaciones de referencia que tuvieron un coste similar o incluso inferior.
Con las referencias en España del Palau Sant Jordi de Barcelona y el Telefónica Arena Madrid el multiusos de la capital balear sólo ha conseguido acercarse a ellos gracias al montante global de su edificación. Los 138 millones de euros en los que se sitúa el coste del Palma Arena a la espera de que concluya la auditoría superan los 105 millones que costó el recinto donde se celebra el Masters Series de Madrid o los 49'8 del año 1991 de la obra diseñada por el japonés Arata Isozaki, que fue una de las piedras angulares de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 y por el que han pasado las grandes estrellas del panorama musical además de todo tipo de eventos deportivos como el Mundial de natación, la final de la Copa Davis o dos finales a cuatro de la Euroliga. Los 17.000 espectadores del Sant Jordi o los 12.000 del Telefónica Arena doblan con holgura las 6.000 personas que puede albergar el Palma Arena.
La comparativa con dos de los recintos multidisciplinares más importantes de España es sonrojante, pero incluso el símil con el precedente más importante de la Isla como Son Moix deja al descubierto los problemas en la gestión. La organización de la Universiada supuso un montante de 72 millones de euros y en el desglose de las cifras cabe destacar que el estadio rondó los 30 millones de euros y las piscinas de Son Hugo 7'2 siendo este último un recinto envidiado en el viejo continente.
Echando mano de otro referente en el ámbito de los estadios olímpicos, cabe destacar que el de La Cartuja en Sevilla, que albergó el Mundial de atletismo de 1999, la final de la Copa de la UEFA y la final de la Davis, presentó una factura final de 120 millones de euros. Un recinto con capacidad para 65.000 espectadores y de última generación que también representó un coste menor al del Palma Arena.
El Mundial de ciclismo en pista, la subsede del Eurobasket y la «Batalla de las Superficies» han sido los principales eventos deportivos que ha albergado el Palma Arena, que más allá de los acontecimientos puntuales, da cobijo desde el pasado octubre a los equipos profesionales de Ciutat convirtiendo el recinto en el centro de operaciones del Palma de baloncesto y el Drac e Ícaro de voleibol. La Fira del Disc, el concierto de Paco de Lucía o un parque infantil son algunas de las citas culturales que han aderezado la programación de un mulitusos que ha pasado más horas inactivo que dando cuenta de sus posibilidades.
La versatilidad ha quedado relativamente acreditada en el Palma Arena, que, en cambio, no ha podido decir lo mismo de su funcionalidad. Bien es cierto que sus entrañas se han adaptado a las necesidades de los diferentes eventos y también lo es que se han visto perjudicadas por el espacio que ocupa la pista y por los problemas de movilidad que existen.
La pista de madera siberiana sobre la que Llaneras fue profeta en su tierra colgándose su séptimo título mundial ha condicionado las restantes actuaciones en el Palma Arena. Y es que la distancia de la zona central donde se desarrollan la gran mayoría de los eventos respecto a la grada supone uno de los principales inconvenientes de la instalación. Los equipos de Ciutat utilizan el multiusos sin poder sentir el calor de sus aficionados, mientras que la pista también «roba» mucho espacio. No obstante, otros de los grandes velódromos del mundo han costado mucho menos que el Palma Arena. Así las cosas el velódromo olímpico de Sydney costó 41 millones de dólares australianos y el de Ballerup en Dinamarca 15.