Miguel Luengo |MELBOURNE
Novak Djokovic se convirtió en el primer serbio que gana un Grand Slam, al vencer en la final del Open de Australia al francés Jo-Wilfried Tsonga por 4-6, 6-4, 6-3 y 7-6 (2). Acalambrado desde el comienzo del tercer set, y después de recibir masaje en el muslo izquierdo, Djokovic fue capaz de sacar el partido adelante, y alzar los brazos después de tres horas y seis minutos de lucha. Un triunfo que le sirve para mantenerse tercero del mundo, recortar diferencias y situarse con 5.165 puntos en la lista mundial, a 815 del español Rafael Nadal y a 1.465 del suizo Roger Federer.
Lo que Nadal no pudo hacer lo consiguió Djokovic. El serbio, algo desangelado al principio, aguantó el tremendo vendaval de Tsonga en el primer parcial, donde la velocidad de bola del francés y su tremenda pegada cuando se encuentra sólidamente situado en la pista le hace invencible. Djordje, el hermano pequeño de Djokovic, de 13 años, fue el principal animador del jugador de Belgrado, saltando de su asiento, extendiendo los brazos y cerrando el puño derecho, contagiando a todo el banquillo con su entusiasmo. Aunque hubo dos roturas por cada bando de entrada, Tsonga logró la definitiva en este primer parcial en el décimo juego, con dos golpes geniales, un tiro de revés y un magistral globo tras cazar un remate de Djokovic en la red.
Pero Djokovic no se desanimó y demostró que está hecho de una pasta especial, dotado con un garra de campeones, y a la hora y 15 minutos ya logró la rotura en el segundo set (4-3) que le abriría las puertas del triunfo.
«Nole» comenzó a jugar de forma más inteligente, con golpes más cortados y profundos, para que «Ali» no pudiera golpearle. Dos roturas en el 2-1 y 6-3 respectivamente le lanzaron a la victoria en el tercero, que luego ratificó en el cuarto, en un primoroso desempate en el que siempre fue por delante.