Roberto Morales|MADRID
La pegada demoledora del líder permitió al Real Madrid derrotar a un Osasuna vistoso, pese a sus numerosas bajas, en el día que los jugadores de este equipo apostaron por la ley del mínimo esfuerzo, con la mente puesta en el clásico que afrontarán con cuatro puntos de diferencia contra el Barcelona.
La lesión de Leo Messi estaba presente en el Bernabéu. Nadie quiere perderse el gran partido del año y mezclando el cansancio del encuentro europeo ante el Lazio con las miradas que enfocan al Camp Nou, no era el momento de arriesgar.
Bernd Schuster persiste con el equipo que luchó el triunfo de San Mamés y se divirtió ante el Lazio. Ha «colgado» el cartel de suplente sobre Guti, que respeta pero no entiende su cambio de rol. La irrupción de Baptista coincide con un castigo exagerado a Guti. Y el debate se desvirtúa al cuestionar la incompatibilidad de ambos.
Nació el partido con un Osasuna valiente pese a la losa que representaban las ocho bajas con las que acudía a la cita. Dominó de inicio, adelantando sus líneas, jugando con velocidad y liderado en ataque por un inspirado Carlos Vela, que dejó detalles de estrella.
Un lanzamiento de falta de Plasil y un cabezazo de Flaño, que se paseó por la línea de gol, plasmaban la superioridad «rojilla» en el centro del campo, donde la intermitencia de Sneijder provoca un juego a tirones. Falta un referente en el centro del campo. Es el momento en que el Real Madrid añora a Guti.
El partido era una película ya vista en el Bernabéu esta temporada. Un equipo rival superior de inicio, pero un ambiente de tranquilidad a la espera de la aparición de la pegada demoledora. Ha encontrado Schuster la llave del éxito en casa con su trío ofensivo inamovible. Robinho, Van Nistelrooy y Raúl se entienden a la perfección. Brillan en rápidas transiciones y jugadas individuales que acaban siempre en remates a la portería rival.
Ante Osasuna el partido se decantó a balón parado. Sneijder se enchufó unos instantes, para lanzar un preciso pase a la cabeza de Van Nistelrooy, que libre de marca superó a Ricardo. El gol calentó por unos instantes el juego frío madridista y en dos minutos llegó más que en todo el partido. Sergio Ramos rozó el gol con un potente disparo, que sacó la defensa rival, y Baptista remató alto.
No cambió el panorama en el inicio del segundo acto. Robinho, desaparecido hasta el momento, comenzó a desequilibrar y culminó dos rápidas jugadas en sendos disparos peligrosos. Uno acabó con la mejor parada de la noche de Ricardo. Pero no había continuidad a un juego demasiado directo ante la mirada incrédula de Raúl y Van Nistelrooy. Los silbidos de la afición ya eran una realidad. Era el momento de recurrir a Guti.
Saltó el segundo capitán madridista al campo para dar tranquilidad en la construcción y con la lección aprendida. Su enfado ante el Lazio le hizo salir con el gesto torcido y desmotivado. Hoy asentó al Real Madrid.
Raúl perdonó el segundo, tras adivinar un pase de Ricardo y precipitarse cuando tenía todo a favor, y una jugada de Guti con Van Nistelrooy acabó en asistencia a Sneijder, que fusiló a Ricardo, chutando con la derecha pegado al palo.