En la última década, el nombre del Club Atlético Lanús y el Mallorca han ido de la mano. Del barrio bonaerense saltaron a la Isla Héctor Cúper, Ariel Ibagaza, Carlos Roa, Oscar Mena o Gustavo Siviero. Diez años después, paradójicamente con Cúper recién destituido, los lazos de unión entre el club balear y el argentino vuelven a copar todas las portadas. Y es que en el día más grande en la historia de Lanús, que el pasado domingo conquistó el Torneo Apertura, el mallorquinismo vuelve a ser protagonista.
Dos actores directos del primer título de Liga de la historia granate tienen pasado bermellón. Su técnico Ramón Cabrero, santanderino de nacimiento, vistió la camiseta rojilla a mediados de la década de los 70. Y el interior izquierdo es Adrián Kily Peralta, fichado como estrella en el verano de 2005 y que, seis meses después, abandonó la Isla por la puerta de servicio por deseo expreso de Héctor Cúper.
Cabrero y Peralta representan el triunfo de la humildad. El primero se ha convertido en el entrenador de moda del fútbol argentino. Aunque español de nacimiento -nació en Santander hace 60 años- se instaló en Argentina a los cuatro años.
Tras jugar en Lanús y Newell's, Cabrero, que ocupaba la demarcación de interior derecho, firmó por el Atlético de Madrid. Jugó hasta 1976 e integró un equipo que hizo historia en 1974, cuando llegó a la final de la Copa Europa contra el Bayern Munich de la mano de Juan Carlos Lorenzo, otro ex mallorquinista.
Entre medias llegaron dos cesiones al Elche (74-76, coincidió con Tomeu Llompart) y al Mallorca, en una época, mediados de los 70, que coincidió con la mayor crisis de la historia de la entidad balear, que a punto estuvo de costarle la desaparición.