La noche fue cruel para el Mallorca. El grupo de Manzano aguantó 88 minutos agazapado atrás, pero dispuso de la mejor ocasión del partido, un penalti detenido por Valdés a Jonás a la media hora. En la recta final, el Barcelona se agarró a la suerte de los campeones para asaltar el fortín y lanzarse hacia el título. Un rebote del poste que rechazó Fernando Navarro provocó una derrota que deja a las huestes de Manzano en el mismo sitio, alejado de las plazas de descenso (1-0).
Manzano entregó un guión basado en la disciplina, el trabajo y la unión para sujetar el presumible vendaval azulgrana y el Mallorca vivió el primer cuarto de hora achicando agua, con medio equipo colgado del larguero y sin delantero centro. El de Bailén había apostado por sacrificar a Víctor y Jankovic para dar entrada a Basinas y Varela. Toda una declaración de intenciones.
El Barça sobó el balón todo lo que quiso. Con Iniesta y Deco por el centro, Giuly y Messi en las bandas, el grupo de Rijkaard comenzó a circular el balón ante once rivales entregados para la causa. El Mallorca le entregó el campo y el balón al Barça, una apuesta aparentemente suicida. El equipo azulgrana comenzó a amontonar hombres en las trincheras enemigas.