Fernando Fernández
El de ayer era un día para enmarcar. Porque arrancaba el Mundial de ciclismo en pista y era el gran bautismo de fuego de la nueva instalación deportiva de referencia de Balears. La magia de La Fura dels Baus y el guiño a la historia que supuso la emotiva vuelta de honor del legendario Guillem Timoner dieron el pistoletazo de salida a un evento que aguarda la aparición en escena de Joan Llaneras y tuvo un especial recuerdo para uno de los grandes ausentes: Issac Gálvez.
El otro, Miquel Alzamora, comprobó desde la grada la magnitud de una cita que nadie quería perderse. Animó como pocos a Tauler y colaboró a dar forma a una entrada que fue de menos a más. De la media de la ceremonia inaugural, a los tres cuartos largos del momento estelar. Éste llegó con las finales de persecución. Las que devolvieron a Toni Tauler a la cúspide. El de Santa Margalida puso en pie por primera vez a un Arena que degustó la exhibición de un corredor que se coló en la lucha por el bronce, que cayó en manos de Sergi Escobar.
Wiggins y Bartko se repartieron el oro y la plata. Es la primera medalla para España en el test oficial de un Campeonato del Mundo que repartió sus primeras doce preseas. Y Gran Bretaña fue quien se apropió del mayor botín. Dos oros y una plata certifican su candidatura a todo en el día en el que el checo Alois Kankovsky se coronó como el primer campeón mundial de Omnium de todos los tiempos.