Fernando Fernández
El Palau d'Esports no es un feudo asequible para el León. El equipo de Aranzana aterriza en Inca (21 horas) instalado una vez más en lo más alto (12-3) y con un balance de siete victorias consecutivas que le ratifican como el gran candidato al ascenso que Tenerife, Bilbao, Bruesa y Menorca frustraron en el último peldaño. Deberá vérselas el cuadro leonés con un Drac que llega lanzado después de tumbar al Gijón a domicilio y que espera poder dedicar un triunfo a Joan Bisellach, el delegado del equipo que sufrió en tierras asturianas un amago de infarto.
La enfermería del Drac se ha vaciado por completo y sólo la gripe de Riera preocupa, pero más lo hace un León cargado de nombres propios. Rick Hughes es la última pieza que precisaba un engranaje ganador. Su llegada apuntala una plantilla en la que Bernabé, Dumas, Bulfoni y el argentino Quinteros conforman un perímetros demoledor. Mirando hacia la pintura, Otegui, Lucho Fernández, Leather y Peterson son una más que seria amenaza incluso para un Drac cuya regularidad les lleva a mantener intactas sus opciones de estar en la Copa Príncipe, que pasan por vencer al León y esperar un tropiezo del resto de implicados. Para que el Palau registre una entrada a la altura del choque, los socios podrán invitar a un aficionado siempre que venga vestido de negro o amarillo. Uno de los principales argumentos que esgrime el cuadro gualdinegro es el factor pista. La única victoria leonesa que se recuerda en Inca data del curso 2001/02 (67-74). Los triunfos baleares se han sucedido en los tres últimos pasos del León por Inca, siendo el más sonado el de la pasada campaña (88-66). Sólo Manresa, CAI y Aqua Mágica han podido detener a un equipo diseñado para recuperar sus credenciales ACB.