Ya no hay dudas. Juan Fernando Arango Sáenz (Maracay, 1980) es el verdadero motor del Mallorca. El centrocampista venezolano demostró el pasado domingo sobre el césped del Ciutat de Valencia que es el jugador más desequilibrante de la plantilla que gestiona Gregorio Manzano y los números así lo confirman: 19 goles en 77 partidos y un valor aproximado de unos 35 puntos. El zurdo se ha convertido en todo un seguro de vida para la entidad balear y se ha destapado como la incorporación más rentable del último lustro.
El papel de Arango en la sociedad anónima isleña ha ido ganando peso a un ritmo espectacular, hasta el punto de convertir al jugador en un elemento imprescindible para los técnicos que han ido pasando por el ONO Estadi en los últimos tiempos. El sudamericano llegó la Isla a través del fútbol mexicano -militaba en las filas del Pachuca- durante el verano de 2004 y desde entonces su crecimiento ha sido constante. Benito Floro, que lo había tenido a sus órdenes en la liga azteca, aprobó los informes que había elaborado la secretaría técnica y el futbolista se plantó en el archipiélago balear siendo todavía un desconocido, aunque su anonimato iba a ser más bien breve.
Arango siempre ha tenido un rango especial en el vestuario bermellón. De hecho, ha sido el jugador más utilizado en los tres últimos años a pesar de los cambios que ha habido en el banquillo (Floro, Cúper y ahora Manzano) y aunque debate sobre la posición que debe ocupar sobre el tapete todavía no ha acabado, siempre se le ha señalado como uno de los titulares indiscutibles y el eje referencial de un equipo en continuo ajetreo.