Miquel Alzamora
Carlos Moyà Llompart (Palma, 1976) engrandeció ayer un poco más su historial deportivo al sumar en el torneo de Bucarest su victoria número 500. Fue ante Andrei Pavel por 6-4 y 7-6 (5), lo que le permite acceder los cuartos de final de este torneo. Llegar el medio millar de victorias no está al alcance de cualquiera y más en estos momentos donde el abanico de tenistas de máximo nivel está muy abierto y las victorias se pagan muy caras. De hecho, el mallorquín es ahora el tenista español en activo con más victorias sumadas, un privilegio que sin duda no está al alcance de muchos. Desde que en 1995 ganase en Buenos Aires a Mantilla, Carlos Moyà inició una carrera ascendente que le llevó a conseguir dos títulos de máximo prestigio internacional, el Roland Garros del 98, donde venció a Àlex Corretja y posteriormente, concretamente en marzo del 99 coronó la cima de la ATP al proclamarse número uno del mundo.
Durante todos estos años Carlos ha sido una referencia del tenis español en el mundo y un hombre con un peso muy específico en la Copa Davis. Una trayectoria tan larga tiene también momentos complicados. Desde el punto de vista físico, Moyà ha sufrido en varias etapas de su carrera lesiones de espalda que le han impedido, en según qué temporadas, darle continuidad a su mejor tenis. En el Master Series de Hamburgo tuvo también en su mano ganarlo, curiosamente el destino le hizo enfrentarse otra vez a Corretja, pero en esta ocasión fue el catalán quien consiguió la victoria en un partido épico. Otro momento que se volvió amargo fue en el 99 cuando disputó la semifinal del US Open ante Philippoussis. Un partido que estuvo muy cerca de ganar y acceder a la final, pero que dos faltas discutibles le impidieron disputar la finalísima de este Grand Slam. Más allá de victorias y derrotas, la entrada de Moyà en la élite del tenis mundial supuso el inicio de una época dorada de este deporte en nuestra Isla.