Luis Villarejo|MADRID
El fútbol, mientras la organización del Mundial de Alemania 2006 ultima sus detalles, sigue su ritmo normal en cualquier rincón del mundo. De Villa 31, un barrio humilde argentino similar a Villa Fiorito -la zona donde vio los primeros pasos de Diego Maradona-, a un petrolero brasileño que navega por el Atlántico con una cancha en la cubierta, el fútbol no para: se juega noche y día.
La Agencia Efe ofrece un puñado de imágenes que ilustran diferentes miradas. Todas con el balón como protagonista. Mientras el márketing arrasa, la publicidad avasalla y entra en los hogares anunciando todo tipo de productos vinculados a las selecciones del Mundial, otro fútbol, el fútbol de la calle, recuerda la universalidad de un deporte que carece de fronteras. El recorrido mundial de este trayecto comienza en las minas de Río Tinto, en Huelva.
Por aquí entró el fútbol en España. La llegada de ingenieros y directivos de la Río Tinto Company Limited, en 1873, expandieron el fútbol por el país. Para conmemorar la ocasión, un equipo de jugadores cadetes del Río Tinto Balompié, club predecesor del antiguo equipo fundador, sale simbólicamente de una de las minas de Cerro Colorado.