No le regaló nada Paul Henri Mathieu a Rafael Nadal el día de su cumpleaños. En la jornada en la que el balear cumplía 20 años, el francés exigió el mejor tenis del mallorquín para doblegar la rodilla. Fueron 4 horas y 53 minutos de un juego de muchos quilates. Con jugadas impresionantes, juegos larguísimos y un ritmo infernal, Nadal avanzó hasta los octavos de final de Roland Garros. Se medirá con Lleyton Hewitt, pero con la moral por las nubes. Sobre tierra batida es más habitual que se produzcan breaks, pero lo que sucedió en el primer set no fue normal. Siete roturas y ventajas para el resto en nueve de los doce juegos es algo fuera de lo común. Rafael Nadal es un jugador que comienza el partido con mucha intensidad y que rompa el saque del adversario en el juego inicial es habitual (1-0). Lo que no suele suceder es que de inmediato le paguen con la misma moneda (1-1). El mallorquín volvió a golpear en el tercer juego (2-1) y Mathieu respondió en el cuarto (2-2).
El francés estaba desplegando un juego tremendo. No le concedía un centímetro a la línea de fondo impidiendo que las pelotas de Nadal cogieran altura y desplazaran al galo y sus tiros eran auténticos mazazos que hacían ir al mallorquín de un lado al otro de la pista. Pese a todo, Nadal tuvo una oportunidad para romper, pero Mathieu logró mantener su servicio (2-3). El partido parecía entrar en la dinámica normal (3-3) cuando el balear golpeó de nuevo (4-3 y saque). El partido estaba loco. El francés estaba jugando uno de los mejores partidos de su carrera y logró equilibrar de inmediato desde el resto (4-4). Ninguno de los dos tuvo problemas en los dos siguientes juegos (5-5), pero Nadal desaprovechó cinco pelotas de break para romper el saque de Mathieu en el decimoprimer juego de la primera manga. Finalmente no rompió y después de ver como el manacorí salvaba dos pelotas de set, el francés se apuntaba la primera manga después de que una derecha paralela del balear se marchara fuera de los límites de la pista (5-7).
Rafael Nadal había perdido el primer set, pero la sensación era similar a la del combate de Mohamed Ali con Goerge Foreman. El francés golpeaba muy duro, pero el mallorquín encajaba bien. Mathieu se tenía que quedar sin fuerzas, comenzar a fallar porque golpeaba con mucho riesgo y entonces Nadal podría sentenciar. En el tercer juego del segundo parcial parecía que iba a producirse el zarpazo del mallorquín. Tuvo ocho oportunidades de break, pero no consiguió ganar ninguna. Nadal, un especialista en jugar los puntos importantes, había desperdiciado sus trece últimas oportunidades para romper (1-2). No es el manacorí un jugador que se desespera y supo mantener la calma esperando una nueva oportunidad (2-2).