Fernando Fernández
Con unos cuantos kilos menos, sin su inconfundible melena, pero con el mismo sentido del humor de siempre, Joan Horrach sintió en sus carnes el cariño y la admiración que su Deià natal siente por él. No en vano, el ciclista de Illes Balears firmó en la duodécima etapa del Giro de Italia una gesta de dimensiones industriales para el deporte del archipiélago. Su triunfo en la línea de meta de Livorno-Sestri-Levante, culminando un final de infarto, permitió al deporte del pedal mallorquín romper una racha de tres décadas sin ganar una etapa en una de las grandes del calendario (Tour, Giro y Vuelta) y el veterano corredor (32 años), acompañaba al legendario Jaume Alomar -ganador de una etapa en 1963- en el reducido libro de honor del ciclismo mallorquín en la ronda de tres semanas transalpina.
Después de ser recibido en el Consolat a primera hora de la tarde junto a la hija de Alomar, Tonina, Horrach emprendió camino hacia la localidad de la Serra de Tramuntana. Llevaba muchas semanas lejos de los suyos, pues antes del Giro entrenó en Navacerrada y en altura para llegar en condiciones a la prueba. Allí, y en compañía de sus padres y su pareja, se dirigió hacia la Casa Consistorial, donde el alcalde de la población, Jaume Crespí, le invitó a subir a lo más alto para saludar a sus vecinos y amigos, muchos de ellos, en especial los más pequeños, ataviados con camisetas en las que figuraba la silueta del corredor celebrando con cava su triunfo de etapa. Esta vez lo hizo junto a sus padres y desde el balcón del Ajuntament de Deià, ante la emoción y el agradecimiento de su gente. No se cansó de firmar autógrafos y atender a todos los que le solicitaban. Era su gran día y lo quiso saborear con su gente, aunque tiene en mente una celebración más en la intimidad. Y es que lo vale, pues el triunfo de etapa supone el colofón a la trayectoria deportiva del corredor iniciado en el campo profesional de la mano del Milaneza, escuadra que le sirvió de plataforma de lanzamiento para firmar por el Illes Balears, equipo con el que cumple su tercera temporada, y al que le ha dado una de las dos victorias de etapa en el Giro 2006 (la otra fue a parar a manos de Juanma Gárate), uno de los dos grandes objetivos de Horrach de cara a esta campaña, en la que junto al también deianenc Vicenç Reynés y ebunyolí Toni Colom forma la embajada isleña a las órdenes de Eusebio Unzúe.
El nuevo look de Joan Horrach (con el pelo bien corto) dejó a más de uno de piedra. Parece que es el resultado de una apuesta que hizo con sus compañeros y que al final tuvo que llevar hasta sus últimas consecuencias. Ahora, y después de más de un mes de sacrificio y muchos, miles de kilómetros en las piernas, Horrach recuperará energías en el incomparable marco de Deià y paladeará la proeza que ha conseguido y que adorna su dilatada hoja de servicios, pudiendo decir que es uno de los diez ciclistas mallorquines que ha conseguido ganar una etapa en Tour, Giro o Vuelta. No en vano, para Horrach es un orgullo entrar a formar parte de un selecto club en el que figuran para los anales nombres como los de Miquel Gual, Bernat Capó, Antoni Gelabert, Andreu Trobat, Gabriel Company, Toni Karmany, Antoni Vallori, -su predecesor y ganador en 1976 de una etapa de la Vuelta con final en Barcelona-, Jaume Alomar y Miquel Bover, este último el único que supo lo que es vencer en el Tour de Francia (1956). Las metas más cercas de Joan Horrach son la Vuelta a Suiza y la puesta a punto para una Vuelta a España en la que a buen seguro tendrá un lugar en enueve que cite Eusebio Unzúe, quien siempre ha destacado las virtudes humanas y deportivas de un Joan Horrach que junto a Vicenç Reynés es el mejor embajador de Deià en el pelotón ciclista internacional.