Patricia Rodríguez|LONDRES
El francés Thierry Henry zanjó la angustia de su club, el Arsenal, tras despejar la gran incógnita sobre su futuro y comprometerse por otras cuatro temporadas con el proyecto de su entrenador, Arsene Wenger. La apuesta por la que se ha decantado el técnico de los «Cañoneros» se apoya en la juventud y en la inacabable energía de sus hombres, en una plantilla en la que la media de edad es de 24 años. Pero en este proyecto, y Wenger lo sabe, es básico el papel que desempeña su capitán.
Aunque Henry estuvo a punto de cambiar el fútbol rápido y físico de la «Premier» por la vistosidad del juego del Barcelona, un club al que Henry se refirió como «el mejor del mundo», y que el miércoles les arrebató la Copa de Europa en la Final de París (2-1), la entrega y la pasión de los «Cañoneros» convencieron al jugador de que su futuro sigue vinculado a Inglaterra. La decisión del francés, que escuchó a su «corazón», según dijo, aunque barajó en serio la posibilidad de emigrar al Camp Nou, supone una importantísima inyección de confianza y optimismo para su entrenador, muy consciente de la relevancia del atacante.