Es el día. Después de 35 capítulos cargados de tensión, altibajos y mucha incertidumbre, al Mallorca le ha llegado su momento. El equipo de Gregorio Manzano, impulsado todavía por la ola del fin de semana, regresa a la actividad del campeonato, pero en esta ocasión lo hace para adentrarse en una jornada que definitiva, la que puede resolver su futuro. Los rojillos, que han pasado de estar con el agua al cuello a moverse con libertad al otro lado de la frontera del miedo, están ya a sólo un paso de certificar matemáticamente la permanencia y pueden conseguirlo esta misma noche si los resultados vuelven a ponerse de su parte. Para aprovechar plenamente ese primer match ball que le concede la competición, el equipo isleño está obligado a superar a uno de los conjuntos más en forma de la Liga y a fijarse después en lo que suceda en Mendizorroza y el Carranza para darle oficialidad a su continuidad en Primera. En cualquier caso y al margen de lo que hagan Cádiz y Alavés, el triunfo ante el Valencia valdría para blindar el objetivo del ejercicio y para viajar el fin de semana a Sevilla con la única misión de apuntalar la obra (Estadi de Son Moix, PPV, 20.00 horas).
El Mallorca ha cambiado de aspecto después imponer su ley en el Calderón, ya que la victoria no sólo le ha permitido ver de nuevo la luz, sino que ha reabilitado el estado de ánimo del vestuario justo antes de encarar la serie más trascendental del calendario. El grupo ha repostado, ha reforzado sus cimientos y vuelve a sentirse con fuerza para ganarle a cualquiera, un detalle imprescindible para que sus aspiraciones de hoy no se resientan lo más mínimo. Y es que, matemáticas aparte, los bermellones están ante el partido más embrollado que van a encontrarse durante el camino que aún les falta por recorrer. Sobre todo, porque delante tendrán a la formación más hambrienta y efectiva de este último sector del torneo. El conjunto que dirige Quique Sánchez Flores aterrizó ayer en Son Sant Joan con una tarjeta de presentación impresionante y aunque tendrá que competir con un enemigo acostumbrado a vivir situaciones extremas, sigue siendo el gran favorito para adjudicarse la batalla y estirar la tensión que se vive en las zonas más calientes de la clasificación.Manzano, como casi todos sus jugadores, no quiere preocuparse más de lo necesario por su rival y prefiere centrarse en sus propias prestaciones, que estarán algo debilitadas con respecto a las que administraba hace sólo tres días. La inoportuna ausencia de Fernando Navarro -debe cumplir un partido de sanción después de recibir la décima amonestación del campeonato ante el Atleti- hará que su defensa se desequlibre por el costado izquierdo y que haya que recurrir otra vez a Pancho Maciel -en la última jornada no fue ni convocado- como solución de emergencia para evitar fugas. El argentino sigue representando uno de los casos más singulares de la caseta, ya que suele alternar el terreno de juego con la grada sin pasar ni tan siquiera por el banquillo. Aunque el ex jugador del Murcia suele cumplir cuando se le necesita, la baja de Navarro será especialmente perjudicial para el Mallorca, ya que el catalán disfruta del mejor momento del curso y había hecho de su carril uno de los grandes puntos de apoyo del equipo.
Además de ese cambio obligado, la retaguardia no sufrirá más modificaciones. El equipo se siente cada vez más seguro gracias a la solvencia de Nunes y Ballesteros y espera alargar los registros que revelan que es uno de los equipos menos goleados de la Liga desde que se produjo el cambio en el banquillo. Basinas y Pereyra llevarán los mandos del equipo en la medular y Jonás, el héroe de la última jornada, repetirá en la orilla derecha dispuesto a reeditar el éxito del Manzanares. Los interrogantes vuelven a posarse sobre la banda izquierda y el ataque, aunque lo más probable es que el técnico mantenga su última propuesta y que sean Doni, Arango y Pisculichi los que cumplan con esas funciones.