David Àlvarez|PRAGA
La Euroliga vuelve a cruzarse en el camino de dos equipos españoles. El baloncesto europeo está de fiesta, pero Tau y Barça quieren marcharse de Praga con el cartel de mejor equipo del viejo continente. La semifinal del Palau Sant Jordi de 2003, primer paso del Barcelona a su único título de Euroliga, se repetirá tres años después en Praga, donde el equipo dirigido ahora por Dusko Ivanovic tiene que superar al CSKA Moscú para plantarse en la final. El renacido Winterthur Barcelona ha tenido que atravesar un desierto durante esos años y ver cómo el Palau Blaugrana tenía que cargar contra el nuevo presidente de la entidad, Joan Laporta, para que arrancase un proyecto que apostaba por el baloncesto azulgrana. En Praga, como en Barcelona'03, el CSKA es el primer rival que se cruza en el camino de los azulgrana, aunque lo hace en estos momentos con muchas más urgencias las tres derrotas que ha encajado desde entonces en las tres Finales a Cuatro que ha disputado. El más doloroso de esos reveses fue el que sufrió el pasado año, cuando ejercía de anfitrión y vio como el Tau le dejaba fuera de la final.
La de ahora es la cuarta oportunidad para el conjunto ruso, que optó por un cambio de técnico e incorporó a un especialista en este tipo de lides como es el italiano Ettore Messina.
Messina cogió las riendas de un equipo con todo para ser campeón, pero vio como las cosas se torcían cuando el principal ejecutor de su proyecto, el australiano David Andersen se lesionaba y se perdía toda la temporada.
El italiano tuvo que cambiar el juego del CSKA Moscú y hacer fuerte bajo aros a un 2.05 metros como es el esloveno Matjaz Smodis. El perímetro cuenta con los estadounidenses David Vanterpool y Trajan Langdon, mientras que, para la pintura exclusivamente, Ettore Messina confía en el belga Thomas van den Spiegel y el ruso Aleksey Savrasenko.
La dirección del juego, como ya pasaba en el 2003, recae en John Holden, un americano con pasaporte de Rusia por su contribución al baloncesto de aquel país, que cuenta con un complemento de lujo en la figura de Papaloukas.
Las defensas, entre dos entrenadores que basan en ellas la construcción de su juego, se presenta como clave para conocer el nombre del ganador de esta semifinal de la que, hace tres años, salió vencedor el Barcelona.
Mientras, el Tau Vitoria rozó la gloria hace un año, pero sólo un elegido tiene derecho cada temporada a gozarla y el Maccabi fue el escogido cuando ya sólo quedaban dos candidatos, y al equipo vasco se le presenta ahora la posibilidad de cobrarse venganza. Tan sólo doce meses después de aquel duro revés, llega una nueva Final a Cuatro con una semifinal en los que se miden los dos protagonistas de la final de 2005. Tau y Maccabi han cambiado algo, pero no mucho, los dos han perdido piezas clave pero han mantenido el equilibrio y tanto uno como otro cuentan con armas capaces de decidir el partido.
Splitter puede presentar su candidatura a la NBA si lidera a su equipo en Praga y daría el vuelco a una temporada del Tau que comenzó con una crisis que forzó la marcha de Pedro Martínez.
Martínez tenía que suplir la baja de Dusko Ivanovic, el entrenador que llevó al equipo a aquella final del 2005 y que, este año, cambió el banquillo vitoriano por el del Winterthur Barcelona.
Los resultados se llevaron por delante al primer relevo de Ivanovic y llegó entonces un ex jugador del Tau como era Perasovic. La gloria vuelve a estar ahora al alcance del Tau, con su segunda Final a Cuatro consecutiva, aunque enfrente tendrá a su verdugo de hace un año. El Maccabi Tel Aviv quiere hacer historia en Praga con el que sería su tercer título en tres años y presenta credenciales del tipo de la experiencia de su técnico, Pinhas Gershon, o del concurso del MVP de la pasada temporada, Anthony Parker.