El Real Zaragoza, con una trayectoria brillante en la Copa del Rey 2006, en la que ha eliminado a Atlético, Barcelona y Real Madrid, se enfrentará en la final a un Espanyol consciente de que parte como víctima, aunque muy confiado en sus opciones siempre que se sacuda la presión de la Liga. La euforia se ha desatado entre ambas aficiones y el estadio Santiago Bernabéu de Madrid, escenario de la final, espera la llegada de 35.000 seguidores zaragocistas y 27.000 espanyolistas, cifras nunca antes movilizadas por ninguno de los clubes. Para el Zaragoza, este entusiasmo encierra un peligro que el equipo no percibía desde la época de Los Magníficos: sentirse favorito en una final. Después de haber desbrozado un tortuoso camino llega al último y definitivo peldaño, el más importante, con un cartel de favorito fruto de su espectacular juego copero pero también, y sobre todo, del delicado momento que vive su oponente en la liga.
En medio de una temporada tan atípica como irregular, el Espanyol ha alcanzado la final de Copa después de caer eliminado en la UEFA y aún está inmerso en la Liga en plena lucha por evitar el descenso. El equipo necesita elevarse sobre la presión para demostrar su mejor versión, la de un bloque sólido en defensa y con capacidad para sorprender en ataque. Sus últimos números no son demasiado esperanzadores: es cierto que recibe pocos goles (uno en los últimos tres partidos), pero esa tensión defensiva parece haberle restado mordiente. Encadena cuatro empates consecutivos en Liga (Athletic, Alavés, Mallorca y Atlético) y no gana desde hace exactamente un mes (2-0 al Celta), pero desde su entrenador, Miguel Angel Lotina, hasta el último jugador de la plantilla insisten en la idea de que la final de Copa es un mundo aparte. La condición de favorita molesta a la plantilla zaragocista, cuyos jugadores llevan días expresando que es complicado abstraerse de la euforia que viven la ciudad y sus aficionados. Las consecuencias de dejarse llevar por un dañino sentimiento de superioridad ya las conocen en carne ajena, pues sus últimas tres comparecencias en una final (dos contra el Celta y una frente al Real Madrid) se resolvieron con triunfos del Zaragoza, cuando ellos eran las víctimas propiciatorias.
Víctor Muñoz dispone de todos sus efectivos en perfectas condiciones para este encuentro y por ello no tendrá problemas para alinear su equipo de gala de las últimas jornadas. La gran duda en torno al Espanyol es el sistema que decide emplear Lotina. A lo largo de toda la temporada ha alternado la defensa de cinco hombres con la de cuatro. Si decide pertrecharse y alinear a tres centrales, opción más probable como ya demostró en las semifinales, Jarque, Lopo y Pochettino ocuparían el eje de la zaga, con ciertas dudas en los laterales: Zabaleta y Domi actuarían en ambas bandas, pero Sergio Sánchez y David García también tienen posibilidades.