Carlos Román
Promociones de doble dirección, cruces de declaraciones, deseos de
venganza... La competencia de los últimos años ha convertido los
cruces entre Mallorca y Espanyol en pulsos cargados de veneno,
enfrentamientos que van más allá de los noventa minutos de juego. A
pesar de que no existe entre ellos ningún vínculo territorial y de
que sus batallas siempre han estado en un segundo plano, el pique
entre rojillos y periquitos se ha agudizado en las últimas
temporadas de manera notable, probablemente por culpa de las
penurias deportivas a las que han sido condenados uno y otro de un
tiempo a esta parte. Esta temporada el calendario ha vuelto a ser
caprichoso y ha querido que sus caminos coincidieran en el tramo
más excitante de toda la temporada; a falta de ocho jornadas y con
la amenaza del descenso ejerciendo una presión agobiante. El
domingo Son Moix será testigo de un nuevo asalto del combate y,
teniendo en cuenta las consecuencias de una derrota en cualquiera
de los dos bandos, probablemente tampoco será el último.
Aunque el conflicto no se ha enquistado hasta hace un par de ejercicios, empezó a gestarse hace ya mucho tiempo, cuando los dos clubes chocaron frontalmente en la temporada 1962-63. Los baleares luchaban por mantenerse en la máxima categoría -a la que había llegado sólo un par de años antes- y el destino les emparejó con el Espanyol en un choque en una eliminatoria caliente. En la función inicial, localizada en territorio perico, los catalanes impusieron sus argumentos (2-1) anulando por completo la diana de Pepillo. El Mallorca tomó nota y le devolvió la moneda una semana más tarde gracias a dos tantos de Bergara y Sampedro que propiciaron la celebración de un tercer encuentro que tuvo lugar en el Santiago Bernabéu. Allí, los blanquiazules se agarraron a un gol de Idígoras para lograr su propósito y los bermellones se fueron directamente a Segunda división.
Cuando la historia parecía olvidada, Mallorca y Espanyol volvieron a toparse en la misma trinchera. Era la campaña 1986-87 y baleares y catalanes quedaban encuadrados en el play-off por el título. Esta vez el encuentro se produjo en la penúltima jornada, cuando el conjunto insular pretendía inscribir su nombre entre los participantes de la Copa de la UEFA. El resultado fue un encuentro durísimo y los isleños acabaron con sólo seis jugadores sobre el terreno de juego después de que el colegiado expulsara a Chano, Orejuela, Higuera, Hassan y Pep Bonet. El Mallorca de Serra Ferrer fue el último clasificado del grupo y los de Clemente, terceros, sacaron el billete para las competiciones europeas.