Los 500 centímetros cúbicos, el actual MotoGP, es la asignatura pendiente del motociclismo de velocidad español. Muchos han sido los que han intentado ser campeones de la cilindrada reina, pero el expediente se reduce a una única aparición. La de Àlex Crivillé en 1999, cuando la ausencia de Mike Doohan le dejó el terreno preparado para entrar en los anales del deporte nacional. Pero las estadísticas hablan de los 250 centímetros cúbicos como una asignatura que les cuesta aprobar a nuestros pilotos.
Dani Pedrosa nos ha malacostumbrado a lo largo de las dos últimas temporadas (2004 y 2005), pero el cuarto de litro ha estado huérfano de referencias de larga duración al ser una cilindrada de transición hacia el medio litro. El de Castellar sometió a sus rivales y dio un paso al frente después de tres lustros plagados de pilotos con enorme calidad, pero a los que les faltaba el empujón definitivo hacia la gloria.
Toni Elías, Fonsi Nieto, Emilio Alzamora, David De Gea, Luis D'Antin o Alberto Puig son algunos de los que lo intentaron y se quedaron sin premio en la fase que separó a Pedrosa -ahora alumno aventajado del último de la lista- y al que hasta la irrupción del 26 era el único que podía presumir de ser campeón del mundo de 250 centímetros cúbicos. Porque Sito Pons marcó una época a los mandos de una Honda.