Si la pretemporada debe servir para tomar referencias de cara al curso, Jorge Lorenzo está llamado a no tener oponentes en su camino hacia el título. Horas después de finalizar la temporada pasada, el pupilo de Dani Amatriaín cambiaba de montura para iniciar un nuevo ciclo. Cambiaba la Honda por la Aprilia y sobre el mismo trazado de Cheste daba las primeras vueltas sobre una máquina de 250 centímetros cúbicos con el sello de la fábrica transalpina. Era la primera toma de contacto, pero no fue la única. No se podía perder tiempo, y ajustar la RSW250 a las demandas del mallorquín era una premisa clave para el Team Fortuna.
Jerez, Montmeló, Cheste... El momento más difícil llegó cuando una caída acompañada de una fractura de clavícula en el Ricardo Tormo detuvo su progresión. No tardó en retomar el pulso al trabajo sobre la moto y a medida que el invierno avanzaba, las sensaciones eran mejores.
«Huracán» Lorenzo empezaba a ganarse el respeto de todo epaddock, pero la confirmación a todas las expectativas que se habían generado llegaron con motivo de los entrenamientos de la International Road Racing Teams Association (IRTA). La primera escala fue Montmeló. Un circuito que no tiene secretos para él. En la primera jornada ya dejó a tres décimas de De Angelis y firmó el mejor tiempo en 250 (1:47.622). Lorenzo volaba y se permitía la licencia de dejar a casi un segundo a los que van a ser sus teóricos oponentes sobre el asfalto en un Mundial apasionante.