El estadio de Son Moix despedirá esta tarde el año 2005 con un cita cargada de dinamita. Después de interrumpir su escalada en El Sadar y situarse de nuevo a un solo paso del abismo, el Mallorca vuelve a precisar una inyección de optimismo para seguir trepando y se ha propuesto conseguirla a costa de otro rival cogido con alfileres. Los de Héctor Cúper reciben al Atlético de Madrid, pero también a un equipo en constante ajetreo que vive eternamente condicionado por los problemas. Aunque medirse a los colchoneros equivale a cruzar la mirada con la bestia negra más fiera del último lustro, el once bermellón sabe que está capacitado para provocar un nuevo seísmo en los alrededores del Manzanares. Esa es la única consigna que figura ahora mismo en el vestuario balear, ya que cualquier resultado distinto a la victoria podría reabrir viejas grietas o desembocar en unas navideñas aceleradas (Son Moix, PPV, 19.00 horas).
Llega el Mallorca al encuentro algo debilitado por el bofetón recibido en Pamplona, pero se niega a girarle la cara al torneo porque es consciente de que dos buenos resultados revalorizarían sus opciones para escapar del laberinto. La primera oportunidad para sellar su objetivo la tendrá frente al grupo de Carlos Bianchi, aunque sobre el papel resulta excesivamente complicado emitir un pronóstico. Los colchoneros deambulan por el campeonato sin mucha convicción y desde este fin de semana tienen que hacer frente a una batería de bajas que va a poner en peligro su rendimiento a medio plazo. Sin Gabi y Luccin para activar el interruptor en la sala de máquinas y sin Kezman para concretar el discurso del técnico, los madrileños van a perder empaque, pero siguen administrando recursos como para complicarle la vida a cualquiera. Cúper ya advirtió en su última conferencia de prensa que le preocupan las individualidades y la solvencia atlética en defensa, pero ha previsto casi todo lo demás trazando un plan encaminado a prolongar la agonía de su oponente. La distancia entre ambos equipos es de sólo tres puntos y el de Chabas confía en colocarse a la misma altura que el Atlético al final de la jornada, lo que podría suponer además el despido de Bianchi. A simple vista, se observan demasiadas urgencias en ambos bandos, pero casi toda la presión recaerá hoy sobre los hombros devirrey. Un paso en falso de los locales devolvería la inestabilidad a los campos de Son Bibiloni.
En las horas previas al enfrentamiento el Mallorca ha vivido una situación antagónica a la de su adeversario y ha recuperado el entusiasmo gracias la tregua que le ha concedido la enfermería. Los problemas físicos han liberado a hombres básicos para el buen funcionamiento colectivo y aunque Cúper ha preferido reservar a alguno de ellos pensando en el partido de miércoles en Mestalla, sus posibilidades para armar un equipo compensado han crecido de forma notable con respecto a la jornada anterior. Para empezar, vuelve Cortés al lateral y eso es siempre una buena noticia. Con su reingreso en el once el técnico taponará una fuga muy evidente y evitará un innecesario desplazamiento de piezas, aunque no se puede dar nada por seguro. El preparador argentino ensayó ayer a puerta cerrada con varias fórmulas y habrá que esperar para ver por cual de ellas de se decide. Teniendo en cuenta las altas lo más lógico sería devolverle el brazalete a Cortés, trasladar a Fernando Navarro a su hábitat natural (el lateral izquierdo) y recuperar la pareja italiana de centrales. Con todo eso, aún se quedarían Campano y Maciel en el banquillo a la espera de como se desarrolle el encuentro. De cintura para arriba el equipo conservaría los mismos nombres que se han hecho habituales en los últimos episodios de la Liga. Los únicos que se han quedado al margen de la convocatoria son Tuzzio (lesionado), Okubo (sancionado), Sergio Ballesteros y Cristiano Doni, que verá el encuentro desde la tribuna a pesar de estar ya totalmente recuperado de su lesión en el tobillo.