Uno fue un líbero de clase. El otro, un ariete demoledor, un goleador nato que coleccionó hasta ocho trofeos como máximo realizador y que finiquitó su carrera con casi ¡400 goles! en sus alforjas. Ambos han entrenado en Argentina, Italia y España y disfrutaron de la internacionalidad. Pero ninguno vistió la albiceleste en un Mundial. A pesar de defender la selección en 5 y 14 ocasiones, respectivamente, nunca acudieron a un campeonato. Son Héctor Raúl Cúper (Chabas, 1955) y Carlos Bianchi (Buenos Aires, 1949) que se reencontrarán el domingo en el estadio de Son Moix como jefes de Mallorca y Atlético de Madrid. Diez años después de su último cruce sobre un terreno de juego, en el Apertura'95 (Lanús 0-Vélez 0), el Cabezón (apodo de Cúper) y el Virrey (sobrenombre de Bianchi) volverán a verse las caras ahí abajo. Entonces, recordarán sus duelos vestidos de corto -Bianchi sufrió el marcaje de Cúper en numerosos partidos- o de traje, seis choques directos, todos en la Liga argentina, que arrojan un balance claramente favorable al actual entrenador del Atlético de Madrid: 4-1 con un empate en el último antecedente.
Desde aquel último cruce entre Cúper y Bianchi, muchas cosas han cambiado. El de Chabas, que entonces dirigía al equipo de una de las barriadas más humildes de la capital, Atlético Lanús, se ha convertido en uno de los entrenadores más cotizados del mundo tras desfilar por los banquillos de Mallorca, Valencia e Inter de Milán. El bonaerense, que ya en 1995 contaba con un palmarés notable a los mandos de Vélez, se recuperó de su fracaso en el Roma -fue destituido- transformando a Boca Juniors en el dominador del fútbol argentino (dos Ligas), en el mejor equipo de América (Libertadores) y del mundo (Intercontinental)...
Héctor y Carlos afrontan el duelo bajo los mismos parámetros de urgencia. Mallorca y Atlético viajan por debajo de sus expectativas y ambos llegan a la cita del domingo, a las 19.00 horas, con la obligación de ganar. El empate no le sirve a nadie y el perdedor afrontará el último episodio del año con la soga al cuello.