Efe|LONDRES
El ex futbolista norirlandés George Best, que maravilló con su
velocidad y su regate durante años en el Manchester United,
falleció ayer en el hospital londinense de Cromwell, tras una vida
azarosa marcada por sus problemas de alcoholemia y su genialidad en
los campos de fútbol.
Conocido en el Reino Unido tanto por su innegable talento futbolístico como por su turbulenta vida privada, plagada de salida nocturnas y de incidentes relacionados con su adicción al alcohol, a Best se le llegó a apodar «el quinto Beatle», por la coincidencia de sus éxitos en el campo con los del famoso grupo de Liverpool.
Nacido el 22 de mayo de 1946 en Belfast, fue carne de cañón de la prensa sensacionalista británica, que halló en Best todo un filón por su querencia hacia el estilo de vida de excesos, incompatible con las exigencias del fútbol.
A los 26 años, envuelto en una enorme polémica por estos problemas con la botella y por su afición a las mujeres y a la vida nocturna, abandonó la elite del deporte para seguir once años más en clubes de categoría inferior.
Nadie cuestionó nunca su asombroso talento natural con el balón, que practicaba desde niño por las calles de Belfast y que motivó que con 15 años fuera observado por un «ojeador» que avisó al entonces entrenador del Manchester United, Matt Busby. Así, dos años más tarde, en 1963, ya comenzaba a impresionar a las gradas con los «diablos rojos» y al poco debutaba como internacional con la selección de Irlanda del Norte (1964).
Los 60 fueron años gloriosos para el futbolista: en 1968, ayudaba a su equipo a ganar la Copa de Europa al vencer al Benfica y disputaba la Copa Intercontinental contra el argentino Estudiantes de la Plata, además de ser elegido «mejor futbolista de Europa».