Es un tipo sencillo, un chaval humilde al que los focos no le han alterado el rictus. Se pasó el primer tramo del curso en la celda de la enfermería, observando los toros desde la barrera. Cúper le dio la alternativa en un momento delicado, cuando el Mallorca deambulaba por los suburbios de la Liga. Desde esa tarde ante el Racing, el equipo no sólo ha saneado sus números sino que divisa el torneo desde otro punto de vista, sin agobios clasificatorios. Aunque no se considera el talismán «ni mucho menos», Víctor Manuel Casadesús Castaño (28 de febrero de 1985, S'Arenal) tiene un papel protagonista en la reacción que ha experimentado el equipo en las últimas entregas del torneo. Víctor no sólo es un consumado especialista sobre el césped. El delantero del Mallorca recibió ayer a este periódico en su domicilio de Algaida, donde reside con sus padres y su hermana, para compartir su buen momento y su pasión por... la PlayStation, un hobby que le mantiene encerrado en su casa durante un buen puñado de horas y que le ha permitido conquistar algún campeonato por parejas junto a un amigo de su pueblo.
La cita con Víctor es en la plaza principal de Algaida, tras el entrenamiento celebrado en la Ciudad Deportiva. El delantero es la persona más conocida del pueblo, la bandera de la localidad. Todos le saludan y le felicitan. Unos minutos más tarde, el futbolista nos abre las puertas de su domicilio. Tras saludar arottweiler que aparece nada más abrirse la verja, comienza a preparar el escenario para disputar un partido virtual. «He invertido muchas horas en la play» apunta el jugador. Juega al Pro Evolution Soccer 4, «que es mucho mejor que el 5» y también a su versión japonesa, eWinning Eleven. Primero elige la selección. Y esta vez apuesta por Brasil. Enfrente, nada menos que Francia. Una recreación de la final del Mundial de Francia. El nivel de dificultad es el máximo. Pero Víctor demuestra su manejo con el mando. Tiene memorizados los pases, los caños y las paredes. Un pase de Kaka y una vaselina de Ronaldinho (L1 más el cuadrado) y... ¡gooool!.
Víctor desvela su pasión por los videojuegos, un vicio que comparte con amigos del pueblo y con varios compañeros del equipo: «En el vestuario hay buenos jugadores como Yoshito, Moyà o Farinós y a veces nos juntamos para jugar. He participado en varios campeonatos y hace un par de años gané uno que se celebraba en Palma. Fue en dobles con un amigo mío». Esa adicción a la consola es compartida por otros deportistas mallorquines de elite. Jorge Lorenzo y Rafael Nadal también devoran las horas en sus concentraciones con la Play.
Fútbol virtual al margen, en los dos últimos partidos el ariete isleño ha firmado dos goles de videojuego, dos remates sin parar el balón que le han dado varios puntos al Mallorca. Y es que sus apariciones por el primer equipo están rellenas de buenas noticias. La pasada temporada, con el grupo enterrado hasta el cuello, alteró el destino por su descaro y talento. Marcó tres goles en siete partidos, el Mallorca no perdió ningún partido y le echó el lazo a la permanencia. En el presente curso, la historia se repite. Entró en escena en la séptima jornada, después de recuperarse de una lesión, y su llegada ha coincidido con la remontada. Suma dos goles en cinco partidos, el Mallorca sólo ha perdido un choque desde su regreso y ha remontado nada menos que seis posiciones. Su global arroja unos datos espectaculares: una sola derrota en los doce partidos que ha disputado con el Mallorca en la nobleza: «Es una racha muy buena, pero de talismán nada. Es un éxito del conjunto, no de un jugador específico». Víctor también prefiere repartir los elogios cuando se le pregunta por su racha goleadora: «Es el equipo el que se encuentra en una buena dinámica. Estamos más confiados en nuestras posibilidades que hace algunas semanas y, por qué no decirlo, nos está acompañando también la suerte que fue esquiva en algunos partidos. En cuanto a mi racha personal, soy delantero y mi obligación es marcar goles. Llevaba unos cuantos partidos sin marcar y eso para un atacante es terrible», aclara.