Fernando Fernández|CHESTE
Sensacional, genial, magistral... Se agotan los adjetivos para
describir la carrera de Jorge Lorenzo en la despedida de su primer
curso en el cuarto de litro. No sólo volvió a poner en pie a los
222.000 seguidores que abarrotaron en Ricardo Tormo este fin de
semana con su pilotaje que hace afición, sino que se propuso tener
contra las cuerdas a Dani Pedrosa. Se repuso tras un fin de semana
aciago y ofreció lo mejor de sí mismo para decir adiós a Honda y
mirar hacia un futuro que arranca pasado mañana sobre el mismo
asalto, pero a lomos de una Aprilia.
El Mundial y el podio del mismo ya estaba decidido y el reto era arrebatarle el récord de la victoria más prematura en 250 a Pedrosa (18 años y 202 días). La salida no fue buena -pese a partir desde la primera línea-, algo a lo que Jorge nos ha acostumbrado, pero en la curva de izquierdas que cierra una de las rectas más largas del Mundial, fue recuperando terreno. Tanto que en un santiamén despachó a Aoyama, Pedrosa y Stoner. Sólo le quedaba su compañero. Barberá quería consagrarse y mandó por espacio de una vuelta. El tiempo que necesitó Lorenzo para tomar la iniciativa.
No se marchó sólo el piloto balear. A su estela, un Dani Pedrosa que quiso marcharse a lo grande. Barberá acabó saliéndose de la trazada y permitió que la cosa quedara entre los dos mejores: Lorenzo y Pedrosa. Ahí empezó una guerra psicológica que Jorge ganó en sus primeros asaltos. A 13 vueltas para el final, el de Castellar dio gas a fondo y, pese a sus problemas de neumáticos y del tren delantero, se encargó de hacer más grande su leyenda. Firmó cinco vueltas rápidas en las siete siguientes y se permitió la licencia de batir de manera reiterada el récord del Ricardo Tormo, para dejarlo en 1:35:298, a una media de 151,293 kilómetros por hora. Por entonces, el margen entre ambos era ya de un segundo e iba a más.
Lorenzo se aferraba a su segunda posición mostrando un temple sensacional, pero poco podía hacer ante un rival crecido y que a dos vueltas contaba con tres segundos sobre su perseguidor. El resto -Stoner, De Angelis, Barberá y Aoyama- distaban a casi quince y el segundo peldaño del cajón ya era suyo. Jorge lo celebró como una victoria. No en vano es su primer paso por un podio en España y rubricaba un final eléctrico. Segundo en Qatar, tercero en Australia, cuarto en Turquía y segundo en Valencia. Estos son sus avales y cuatro motivos para soñar en 2006, el año de Lorenzo. Algo ha cambiado y para bien. Pero saldremos de dudas la próxima primavera, cuando se inicie oficialmente la Era Aprilia.