Ahora que ya se han agotado los calificativos para Rafael Nadal, medio circuito empieza a creer que es extraterrestre. Sin duda es lo que pensaba Ivan Ljubicic después de que ayer se le escapara la final del Masters Series de Madrid. El tenista manacorí volvió a firmar un partido épico, una victoria extraordinaria que logró en el tie break del quinto set (3-6, 2-6, 6-3, 6-4 y 7-6) después de tres horas y 52 minutos. Nadal sumaba de este modo el triunfo número 79 del curso (dos más que Federer) y su decimoprimer título del año (los mismos que el suizo). Mañana el tenista balear viaja a Basilea para pasar una revisión médica, aunque ha decidido descansar para el Masters Series de París y la Copa Masters de Shanghai, sus dos últimos compromisos de un año inolvidable.
La final de ayer comenzó como a Rafael Nadal le gusta. Después de su ritual previo al comienzo del partido -que si sentarse en la silla y pedir dos botellas de agua, que si colocar la bolsa como más le gusta, que si saltar frente a su adversario mientras se realiza el sorteo, que si un sprint desde la red hasta la línea de fondo antes del peloteo-, el manacorí pilló a Ljubicic frío en el juego inicial y se metió en el bolsillo un break (1-0 y saque). Es su inicio predilecto, pero ayer el partido iba a torcerse. Y muy pronto. El croata comenzó a lanzar misiles con el saque y recuperó el saque perdido en el cuarto juego (2-2).
A medida que avanzaban los juegos Ljubicic se iba acercando a la línea de fondo y Nadal retrocediendo. En el octavo juego, el manacorí se encontró con una pelota de break en contra y su derecha paralela encontró la red por el camino a la línea (3-5 y saque para el croata). Ljubicic cerró el set con un ace a 220 kms/h -ayer llegó a sacar a 234 kms/h y firmó 32 acesexhibiendo un tenis sobresaliente (3-6).