Jesús Manso|MADRID
Brasil siembra jugadores, los
cría, los exporta y los utiliza cuando es preciso y ahí están los
resultados. Una goleada (5-0) que dejó por los suelos el ánimo de
los chilenos y en las nubes los espíritus de los seguidores de la
verde amarilla. La selección brasileña, que logró el domingo su
clasificación matemática para el Mundial de fútbol que tendrá lugar
el próximo año en tierras germanas, presentó, si es que hacía
falta, sus cartas credenciales con una media hora que ilusionó a
los que aman el deporte rey.
La legión cumplió a ley su trabajo. En la alineación inicial del conjunto que dirige Carlos Alberto Parreira no hubo jugador alguno que actúe en estos momentos en la competición local y nadie se rasga las vestiduras. Tan sólo Ricardinho, que sustituyó a un renacido Ronaldo, juega en el Santos, en el que compartía alineación con la promesa que representa Robinho, recién incorporado al Real Madrid. De la lista de veintidós convocados para el partido en el que Brasil pasó por encima de Chile, sólo tres, Cicinho (Sao Paulo), Gustavo Nery (Corinthians) y el citado Ricardinho, permanecen en el medio local.
El resto se reparte por varios países europeos destacando Italia y España como lugares de acogida de la mayor parte de los integrantes hoy de la selección de Parreira. Seis futbolistas militan en conjuntos italianos: los porteros Dida (Milán) y Julio César (Inter); el veterano e incansable defensa Cafú (Milán); los centrocampistas Emerson (Juventus) y Kaká (Milán) y el impresionante Adriano (Inter) en la delantera.