El Mallorca ha vuelto a casa. El plantel que dirige Héctor Cúper regresó ayer a Palma y después de concederse un breve respiro, afrontará esta semana la tercera fase de su puesta a punto acampado ya en su cuartel general de Son Bibiloni. El equipo acaba de redactar el capítulo más importante de la pretemporada en un stage en el que se han levantado los cimientos del vestuario, pero resta todavía mucho camino por recorrer y la carpeta de asuntos pendientes sigue repleta. Pese a ello, el margen de maniobra es todavía muy amplio y el equipo está mucho más avanzado de lo que podía esperarse. La plantilla parece totalmente perfilada y vive ahora pendiente de las pequeñas modificaciones que podría sufrir a corto plazo, pero en cualquier caso, va asimilando ya el tratado de intenciones del técnico y lo ha empezado a aplicar con éxito en algunas de las intervenciones que ha protagonizado en el Tirol. Ese es además el mejor argumento al que va agarrarse el club a la hora de exponer los rasgos más significativos de su nuevo proyecto: la presencia de Cúper en en banquillo. Tras muchos veranos de suspense, salidas en falso y trabajos incompletos, la SAD balear camina a un ritmo relajado y constante por la pretemporada, consciente de que puede alterar la imagen derrotista que le había acompañado en los últimos tiempos.
MOVIMIENTOS. El Mallorca ha movido bien las piezas con las que jugaba en el mercado y su plantel va camino de alcanzar el equilibrio del que había carecido en sus peores momentos. Cierto es que se echa de menos un fichaje estelar y que muchas de las incorporaciones que se han completado hasta la fecha son todavía una incógnita, pero el recuerdo que dejó el técnico de Chabas en su primera etapa en la Isla y el hecho de que haya sido él el que ha supervisado la composición del equipo, son el mejor gancho posible para una afición que había quedado huérfana de iconos a raíz de la marcha de Etoo. Falta casi un mes para que llegue la hora de la verdad, pero la ilusión de la hinchada empieza a ser evidente y hay muchas ganas de sepultar el mal trago del año pasado con un ejercicio cargado de buenos momentos.
BUEN BALANCE. El Mallorca se trajo en su equipaje el esfuerzo de catorce días y un rosario de conclusiones, que en su mayoría fueron extraídas durante los cuatro amistosos que jugó el equipo en el corazón de Europa. Dos victorias, un empate y una derrota componen hasta hoy el balance de un equipo que sigue teniendo muy claras cuales son sus necesidades. No se trata en ningún caso de referencias demasiado fiables, pero el cuerpo técnico conoce en profundidad al grupo sobre el que apoyará los próximos meses gracias a lo visto en los diferentes compromisos estivales. El cuadro rojillo superó con claridad a dos rivales de perfil bajo y recibió el primer toque de atención a manos del Blackburn, pero los números de estas fechas resultan inservibles y sólo la progresión del grupo puede ser valorada en su justa medida. A nivel individual, las sensaciones más agradables han llegado a través de la verticalidad de Peralta, el entusiasmo de Fernando Navarro o la seguridad de Prats. En esa dirección Cúper ha sido claro: «Ha sido una muy buena pretemporada y he visto cosas muy interesantes, diferentes a las del año pasado. Me ha gustado todo y me voy muy conforme».
MÀS MADERA. El conjunto mallorquinista ha introducido un breve paréntesis en su preparación y hoy se tomará el día libre para cargar las baterías. Sin embargo, a partir de mañana le espera una nueva incursión en la parcela física sobre los campos de entrenamiento de la ciudad deportiva. El calendario de compromisos del mes de agosto vuelve a presentarse cargado y el equipo podrá medir sus pulsaciones ante varios equipos de la Isla y otros rivales mucho más trabajados. Antes, habrá que solventar otros asuntos y vaciar la enfermería porque la escuadra aterrizó en Son Sant Joan con dos bajas importantes. Pereyra presenta una periostitis tibial bilateral que está pendiente de exploraciones y Farinós padece una lesión fibrilar leve en el sóleo izquierdo que le mantendrá alejado de los terrenos de juego entre los próximos siete y diez días.