Antonio Tomás|ESCOCIA
Sobresaliente en matemáticas para Tiger Woods en St. Andrews, la
Catedral del golf en donde el estadounidense de 29 años aumentó su
número de títulos de Grand Slam a «10», al adjudicarse de principio
a fin el 134 Abierto Británico, el segundo que coloca en su
palmarés. Tiger, en el culmen de su poder físico, salió a jugar la
última vuelta calculadora en mano, consciente de que su juego
mecánico -calle, «green», calle, «green»- no falla en St. Andrews
y, además, bajo el paraguas de su ventaja inicial (2 golpes) en un
día con poco viento. Aunque menos robótico que cuando ganó hace
cinco años su primer Abierto Británico en este mismo mítico
recinto, con récord de 19 bajo par y sin caer en «búnker» alguno en
72 hoyos, Tiger no falló en mediciones, palos, distancias y
alternativas en el marcador. Dosificó su ventaja sin arriesgar en
un día con banderas complicadas, obtuvo los «birdies» que su forma
de jugar le facilita el campo; mantuvo a raya a sus perseguidores,
entre ellos a José María Olazábal (tercero), y se llevó la Jarra de
Plata con 14 bajo par y 5 de diferencia sobre el escocés Colin
Montgomerie.
Después, metió sus bártulos en el petate y partió hacia su país con un «Grande» más y 1.080.000 dólares en la faltriquera, que le colocan líder en ganancias del circuito estadounidense y le afianzan otra vez en el liderato mundial. El californiano nunca perdió un «Grande» cuando salió el último día como líder y así continuará la estadística. Tiger se convierte en el tercer jugador de la Historia que pone un doble dígito al número de victorias de Grand Slam, por detrás de Jack Nicklaus (dieciocho) y Walter Hagen (11), y es el segundo golfista en la historia del PGA Tour que gana cada uno de los cuatro «Grandes» más de una vez, al igual que hizo el citado Nicklaus, ya retirado desde el pasado viernes en St. Andrews.
Olazábal, que jugó con Tiger la última jornada, se vio incapaz de rebajar los dos golpes de renta del norteamericano. Tiger marcaba de cerca a Olazábal sin problemas, siempre jugando un palo más desde el «tee», y sólo el empeño del escocés Colin Montgomerie por no descolgarse de la ocasión de su vida de ganar un «Grande» mantuvo el interés casi hasta el hoyo 12. Después, con cuatro de ventaja sobre Olazábal y «Monty», el torneo prácticamente terminó. Las opciones del resto de perseguidores, al margen del vasco y el escocés, se fueron derritiendo conforme avanzaba la tarde. Vijay Singh, Retief Goosen ni el español Sergio García fueron capaces de embocar un número significativo de «birdies» como para estropear las cábalas de Tiger.