Carlos de Torres|MONTPELLIER
El australiano Robbie McEwen, del Davitamon Lotto, apareció como
por arte de magia en los metros finales para adjudicarse la
decimotercera etapa del Tour disputada entre Miramas y Montpellier,
jornada en la que se retiró el mejor español de la general y líder
de los jóvenes, Alejandro Valverde, víctima de una tendinitis en la
rodilla izquierda.
En la etapa en la que el Tour miró con pena la despedida de Valverde, el héroe de Courchevel, McEwen alzaba los brazos con un tiempo de 3:43.14 en los 173,5 kilómetros de recorrido, un respiro ante el inminente sufrimiento que le espera en los Pirineos a partir de hoy, sábado.
El pelotón bastante tuvo con pasar página bajo el horno del Midi francés, donde los rayos del sol se convirtieron en puro fuego. Y la general, sin alteraciones entre los favoritos, con Armstrong un día más de líder y Botero en la quinta plaza de Valverde. El primer español la víspera de la montaña pirenaica es Paco Mancebo (Illes Balears), séptimo a cuatro minutos del gran jefe americano.
Lo que le faltaba al ciclismo español. Valverde, llorando abatido, se bajó de la bicicleta nada más pasar el avituallamiento, en el kilómetro 77. No podía más «y lo mejor era dejarlo», víctima de una tendinitis que se originó en la contrarreloj por equipo y que se complicó en la etapa que le enseñó a Armstrong el dorsal, en la primera etapa alpina con final en alto.
Se marchó la joya del pelotón español, a sus 25 años, el hombre que había enamorado en su primer Tour, el maillot blanco del mejor joven y el quinto de la general. Al menos «y viendo la parte positiva», como dijo, ya conoce la carrera, sabe sus posibilidades y el año que viene volverá «con más rabia». Nadie le devolverá el momento dulce que estaba viviendo, pero «el Tour es el Tour». Así acababa su primer Tour de Francia, vestido de blanco pero sin poder rubricar su condición de mejor joven en París. A medio camino se quedó. En la carretera entre Miramas y Montpellier se esfumó su sueño.
Valverde se despidió a lo grande. Ganó una etapa al mismísimo Lance Armstrong, se destapó como el ciclista del futuro y, por encima de todo, demostró que el Illes Balears cuenta con un importante activo de cara al futuro. Con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos, el bravo corredor de Las Lumbreras decía adiós, en una edición en la que podía haber dado esa alegría que el ciclismo español ansía en la ronda gala. Ahora, Paco Mancebo se queda sólo en su carrera de fondo hacia el podio y con los Pirineos por delante, un reto que le motivaba, aunque nos tendremos que quedar con las ganas.
La escapada
Cuando Valverde dijo adiós, estaba en marcha una escapada que nació
en el kilómetro 17 con cinco corredores: el español Flecha (Fassa),
los franceses Da Cruz (Francaise), Voeckler (Bouygues) y Turpin
(AG2R). y el estadounidense Horner (Saunier). El más «peligroso» de
la fuga era Horner, a 15 minutos, por lo tanto, el pelotón se
dedicó a guardar fuerzas para los Pirineos y esperar a que
espabilaran los equipos de los esprinters.
El quinteto alcanzó una ventaja máxima de 8.50 en el kilómetro 39. A partir de ese momento se puso las pilas el Davitamon Lotto, que no quería dejar escapar una llegada masiva, ni perder de vista el maillot verde para su guepardo australiano. La renta fue disminuyendo a pesar del perfecto entendimiento entre los fugados. A 50 kilómetros de meta, con menos de 2 minutos de retraso ya era cuestión de esperar el momento de la caza.
Este se produjo a 17 kilómetros de meta, cuando el francés Chavanel (Cofidids) alcanzó a los escapados y a continuación atacó llevándose consigo a Horner, del grupo inicial. Ambos se lanzaron a por la etapa y lograron llegar con el pelotón pisándoles la rueda a la recta de llegada.
Con la emoción a flor de piel el grupo se echó encima como una enorme losa, y del tumulto salió el jersey con la bandera australiana de McEwen, especialista en salir de embrollos de esta naturaleza. El ucraniano se vistió con el maillot blanco, el de Valverde. Pero Alejandro volverá el próximo año para recuperarlo y pasearlo por los Campos Elíseos.