Amador Pons|LONDRES
Wimbledon es el torneo de las tradiciones. En el Grand Slam inglés
parece que sucede lo mismo desde hace más de cien años. Todo según
la mentalidad británica. Porque sólo en Londres hay una cola
kilométrica las veinticuatro horas del día esperando para entrar al
complejo o para comprar una entrada para el día siguiente. Sólo en
Londres hay voluntarios de más de sesenta años que ya han olvidado
el tiempo que llevan tratando de hacer méritos para ser socio del
All England Club. Sólo en Londres mezclan el champagne con pimms,
una especie de zumo al que se le añade fruta natural y pepinillo.
Sólo en Londres son capaces de ponerle al cordero asado una salsa
de menta.
Antes de que comience la jornada es obligatorio darse una vuelta por los alrededores de la pista central. En uno de los extremos (el más alejado de la pista uno) se encuentra la zona donde pueden adquirirse las fresas con nata y el champagne & pimms. Desde las diez de la mañana (la jornada no comienza hasta las doce en las pistas pequeñas y hasta la una en las grandes) se registra un gran movimiento. En Wimbledon hay que hacer colas para todo y, por supuesto, también para comprar las fresas. Pero más curioso que las fresas con nata es el champagne & pimms, una curiosa mezcla de champagne con algo parecido a zumo (el sabor es difícil de explicar) que viene acompañado por trozos de fruta y pepinillo.