Daniel Zamora|AUBURN HILLS
Un veterano de 34 años, Robert Horry, volvió a reivindicar su
condición de jugador sorpresa y con un triple de oro puso a los
Spurs de San Antonio a un triunfo del título de campeones de la
NBA, después de vencer en el quinto partido de la final a los «Bad
Boys», los Pistons de Detroit. La defensa de los actuales campeones
de liga, que volvieron a realizar una gran labor, cometió el grave
error de olvidarse de Horry y el mejor encestador de triples en
toda la historia de las finales de la NBA se lo hizo pagar muy
caro. El último jugador de los Pistons que tendrá durante mucho
tiempo pesadillas con Horry fue Rasheed Wallace, quien a 9.6
segundos para que finalizase la prórroga cometió el error de
dejarle solo, sin marcaje.
Los Spurs se ponían con ventaja parcial de 96-95 y con el fallo de Hamilton en el último tiro del partido iba a ser el marcador definitivo y su tercer triunfo en la serie que disputan al mejor de siete. «Vi como Rasheed se fue, me dejó sólo y Manu Ginóbili me pasó el balón para que lo pusiera a volar y entrase en canasta», explicó Horry, que anotó 21 puntos para ser sin discusión el héroe del partido. «Pude anotar las canastas decisivas, pero todos los compañeros hicieron un gran trabajo y nunca nos dimos por vencidos». Ginóbili tuvo mucho que ver en la jugada decisiva y el escolta argentino la explicó con toda la sencillez que le caracteriza cuando dijo que fue el primer sorprendido cuando vio que Rasheed lo iba a marcar.
«La jugada estaba diseñada para mí, pero ya tenía a Tayshaum sobre mí, que era el marcador natural, sin embargo Rasheed también llegó y de inmediato dejé de ser la primera opción para pasarle el balón a Robert, que es un ganador», comentó Ginóbili. El veterano alero, que en la primera parte no anotó un sólo punto, logró 21 en la segunda parte y se convierte en la mejor en la historia de la NBA al superar los 17 que consiguió el base Jason Kidd, de los Nets de Nueva Jersey, en las Finales del 2002. Horry, que anotó 7 de 12 tiros de campo, 5 de 6 fueron triples, y 2 de 3 desde la línea de personal, no sólo salvó a su equipo, sino que además también evitó que Duncan se lamentase durante mucho tiempo de los fallos que tuvo en los momentos decisivos.