Amador Pons|PARÍS
El día antes de jugar el partido más importante de su carrera,
Rafael Nadal tuvo una clase con el mejor maestro que podría haber
tenido en la víspera a la final de Roland Garros. Mats Wilander,
por el momento el único jugador que ha levantado la Copa de los
Mosqueteros en su primera participación (1982), se ejercitó durante
una hora con el deportista mallorquín. Fue una sesión entretenida
que albergó a más de doscientas personas y que sirvió para
comprobar que el sueco se mantiene en forma y que el balear tira la
pelota más deprisa que nadie. Cuando el pasado viernes Rafael Nadal
salió del vestuario tras realizar el entrenamiento previo al
partido de semifinales que le enfrentó a Federer, se cruzó por la
zona de jugadores en su camino hacia el comedor a Mats Wilander. El
sueco se le dijo que en caso de que ganara al número uno del mundo
le gustaría ejercitarse con él en la sesión del sábado.
Pese a que Rafael Nadal va a disputar la final con un zurdo, el tenista mallorquín aceptó la invitación y ayer difrutó de una clase -no está demasiado claro quién se la dió a quiéncon un exnúmero uno del mundo, con una de las leyendas vivas del tenis mundial. Fue un entrenamiento normal. Rafael Nadal realizó lo que acostumbra a hacer durante sus sesiones preparatorias. Se pasó muchos minutos en el fondo de la pista. Sus tiros ganaban velocidad a medida que su brazo se calentaba. Mats Wilander se empleó a fondo para poder seguir el ritmo del mallorquín. Posteriormente los dos subieron a la red y realizaron saques. Terminaron jugando unos puntos. Fue el momento en el que el sueco demostró que todavía guarda un buen toque y Nadal evidenció que es de otro planeta.
Tras terminar el entrenamiento Mats Wilander aseguró que «Rafael Nadal es el mejor jugador del mundo sobre tierra batida» y comentó que «no le he dado ningún consejo». Wilander comenzó a ganarse un lugar en la historia del tenis cuando en 1982 ganó Roland Garros en su primera participación. El sueco terminó alzándose con siete títulos de Grand Slam durante su carrera, tres de ellos en el torneo francés. Nunca ganó Wimbledon.