Los estómagos de un 737-800 de Air Europa y de un Airbus 321 de Spanair trasladarán a primera hora de esta mañana a medio millar de seguidores del Real Mallorca, una nutrida representación de la hinchada rojilla que viaja rumbo a la esperanza y que teñirán de rojo y negro las gradas del estadio de Riazor. En el último lustro, ningún partido de Liga del Mallorca a domicilio había gozado de tanto respaldo popular. Los seguidores habían respondido siempre a la llamada del club en las finales de Valencia, Birmingham y Elche. Pero en un partido del torneo doméstico, que además puede desembocar a las 20.45 horas con el descenso a Segunda División si se produce la trágica carambola -que el Mallorca no gane y el Levante sí-, jamás desde el retorno a la nobleza en el verano de 1997 se había captado la atención necesaria como para fletar dos vuelos chárters. Incluso cerca de un centenar de aficionados se han quedado en tierra por la imposibilidad de un tercer avión.
El peregrinaje mallorquinista arrancará a primera hora. Cuando el sol amenace con abrir los ojos, al filo de las 06'00 horas, 180 aficionados alterarán la calma de la madrugada en el aeropuerto de Son Sant Joan. La terminal se poblará de camisetas rojas y de cánticos. El vuelo partirá rumbo a Santiago para trasladarse posteriormente en autocar hasta A Coruña. Cuando ese grupo llegue a la playa de Riazor, la escena se repetirá en el aeródromo palmesano. A las 08'15 horas, un Airbus 321 con 220 pasajeros a bordo despegará con destino a A Coruña. Además de los 400 seguidores que viajan de forma organizada, se estima que medio centenar de mallorquinistas más acudan a Riazor en desplazamientos particulares. Además, una amplia representación de peñistas de la Peña Bar Son Flo, la mayoría de ellos británicos, se encuentran en tierras gallegas desde el viernes.
Antes de que ruede el balón, las directivas de las federaciones de peñas de ambos clubes celebrarán una comida de fraternidad. Asimismo, la Federació de Penyes Mallorquinistes ha querido contribuir al homenaje de la afición a Mauro Silva y Fran González y ambos futbolistas, que se retiran mañana en Riazor, recibirán un Siurell como reconocimiento a su trayectoria. A pesar de la posibilidad tangible de vivir un regreso funerario, con el Mallorca en Segunda, la hinchada bermellona respira un ambiente propio de un ascenso de categoría. Y es que después de dar por perdida la máxima categoría hace apenas cinco semanas, cuando el Levante viajaba once puntos por delante, la reacción del grupo de Cúper ha insuflado ánimos en una afición deprimida. Además, para la última jornada, el club trabaja para que Son Moix registre un lleno histórico. Pero antes habrá que hacer los deberes hoy en Riazor.